Ante la crisis desatada por la quema de un campo cercano a Ranchillos, volvió con fuerza el debate sobre esta práctica, penada por la ley. «Necesitamos que la población acompañe y entienda que el campo está modificando su forma de producir. Hoy la quema no beneficia a nadie, sino que nos perjudica a todos», dijo el asesor CREA Manuel Ponce en diálogo con Suena a Campo.
«Después de las heladas ha cambiado totalmente el escenario, por lo que, desde la Mesa de Gestión Ambiental (MGA), redoblamos esfuerzos para disminuir los problemas de incendios en campos», comentó Ponce, quien participa de la MGA integrada por Siprosa, INTA, la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres, Fiscalía Ambiental, Defensa Civil, la Dirección de Medio Ambiente de la Provincia y el Colegio de Ingenieros Agrónomos de Tucumán.
«El problema es muy complejo. Necesitamos que la población acompañe y entienda que el campo está modificando su forma de producir. Hoy la quema no beneficia a nadie, sino que nos perjudica a todos» aseguró Ponce en tono preocupado y agregó que «la gente continúa con sus hábitos de quemar la basura en las zonas rurales, donde no es bueno el sistema de recolección de residuos, incluso inexistente en algunos lugares».
En el marco de la charla que mantuvimos hoy con el especialista en nuestro programa radial que se emite por LV12, oyentes de distintos puntos de la provincia comenzaron a enviar mensajes, asegurando que ciertos productores continúan realizando quemas intencionales. Sobre esto, Ponce aseguró que durante muchos años fue una práctica aceptada y, a pesar de los esfuerzos de las instituciones, es muy difícil lograr un cambio cultural que finalmente elimine este recurso. «No vamos a negar que hay cierta gente que todavía usa el fuego para poder ingresar caña más limpia al ingenio, sobre todo en casos en los que se realiza una cosecha semi-mecanizada», reconoció.
En este marco, comentó que para colaborar con la toma de conciencia, hace unos años desde el Movimiento CREA, junto a otras instituciones, se anima a los productores a obtener la certificación LOCAL-GAP, que garantiza el no uso del fuego en todo el ciclo productivo de la caña de azúcar. A pesar de que este año se certificaron más de 15.000 hectáreas, algunas de éstas están sufriendo quemas actualmente, como consecuencia de las condiciones climáticas que se dieron en el mes de julio.
«Después de las heladas la situación se ha puesto muy difícil. En los campos estamos sufriendo incendios prácticamente a diario. Esto nos perjudica terriblemente porque los ingenios tiene prohibido recibir caña quemada. Hoy un cañaveral que se quema no puede ser cosechado ni puede ser molido, con lo que el productor queda totalmente fuera de juego», afirmó.