Se trata de un parásito que provoca infecciones y severos daños en el aparato digestivo de las abejas produciendo altos niveles de mortandad de colmenas. La solución estaría en propóleos de una planta silvestre de la zona de Amaicha del Valle.
Entrevistada por Suena a Campo, la Ing. Zoot. Magíster Verónica Albarracín, docente e investigadora de la Facultad de Agronomía y Zootecnia de la UNT (FAZ) comentó que este trabajo se enmarca en su tesis doctoral y busca una alternativa que permita paliar esta enfermedad que ataca a las abejas y que se distribuye en todo el mundo desde el año 2005.
Según la ingeniera, en países de Europa la nosemosis ha alcanzado altísimos niveles de infestación produciendo importantes disminuciones en las poblaciones de abejas, principalmente en España donde ha diezmado miles de colmenas.
Hasta el momento, la enfermedad no tiene cura en ningún lugar del mundo. Si bien existió un tratamiento para la enfermedad llamado fumagilina, éste ya ha sido prohibido y es por eso que la ingeniera, junto a un grupo de investigadores trabajan en busca de una solución.
La nosemosis consiste en un microbio que esporula en su fase reproductiva, debido a la ingesta de algún producto contaminado como ser néctares, polen o agua que ingieren las abejas y se instala en el intestino medio, de modo tal que la abeja no puede asimilar los nutrientes de sus alimentos. El punto más álgido de la enfermedad se da cuando se observan diarreas y finalmente se produce una septicemia lo que lleva a las abejas a la muerte.
La enfermedad se propaga velozmente, de modo tal que podría matar a una colmena completa en un lapso de un mes.
La investigadora recordó que, en los inicios de este trabajo, se pensó que, al pertenecer este microbio al reino de los hongos, una de las opciones más lógicas consistía en buscar el tratamiento con un antifúngico. Por otro lado, el equipo estudiaba desde hace tiempo los propóleos y sus distintas propiedades, entre ellas la acción antifúngica y el refuerzo del sistema inmunológico.
Además, se realizó un relevamiento para determinar si existía la enfermedad en la provincia, determinando que, en Tucumán se encuentran presentes las dos cepas existentes.
“Hemos realizado ensayos a campo que luego hemos mejorado en el laboratorio para lo cual tuve que aprender técnicas de crianza en laboratorio, me he especializado en España en algunas de las técnicas que hoy realizamos aquí. Los resultados son muy alentadores hasta el momento tanto en el laboratorio como a campo. Pronto vamos a difundir los resultados en mi tesis doctoral” dijo la especialista.
El producto en desarrollo para el tratamiento de la nosemosis en 100% orgánico ya que debe ser inocuo para las abejas y se lo producirá en la provincia. “Sabemos que todos los propóleos son diferentes, cuentan con distintas propiedades, y a través de estudios previos hemos determinado que, entre los mejores, se encuentran los que hemos traído de Amaicha del Valle” expresó.
Sin duda, pensar en las abejas remite directamente a la importancia de la producción de miel. No obstante, estas especies poseen un papel fundamental en el ecosistema: un gran porcentaje de los alimentos que se consumen desaparecerían si no fuera por ellas.
La principal función de las abejas es la polinización, más del 70% de los alimentos que consumimos dependen de ella y, sobre todo, lo que hay que resaltar es la biodiversidad de las especies que se mantienen gracias a ese pequeño trabajo.
Si bien la polinización es su principal función, en segundo lugar, se encuentra la capacidad de ser indicadora de niveles de contaminación ambiental. “Es una especia de semáforo, cuando la abeja comienza a desaparecer en el mundo, se debe a que está cada vez más contaminado. El uso comercial de la abeja es otra veta de la actividad apícola, pero las funciones más destacadas son la polinización y su utilidad en mediciones de niveles de contaminación” concluyó.