El Gobierno le adelantó al Consejo Agroindustrial Argentino (CAA) un “borrador consolidado” del plan ganadero que impulsa para la actividad. Desde que puso en agenda el tema, las autoridades buscan que la producción de carne pase de los actuales 3,2 millones de toneladas de carne a 5 millones para abastecer tanto el mercado interno como para que se exporte más.
El anticipo del plan lo hizo el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, en un encuentro el jueves pasado con José Martins, presidente de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires y vocero del CAA, y Gustavo Idígoras, presidente de la Cámara de la Industria Aceitera y el Centro de Exportadores de Cereales (Ciara-CEC).
“Se reunió con el Consejo Agroindustrial y ahí les dio el borrador consolidado del plan ganadero para hacer los últimos retoques”, señaló una fuente del Gobierno al tanto del encuentro. Del lado del CAA confirmaron que Kulfas adelantó el proyecto y señalaron en referencia a que se tendrá que abordar al interior de la Mesa de Carnes de la agrupación: “El CAA recibió el proyecto. No aprobamos ni avalamos”.
Para recordar, desde diversas entidades del sector se le dijo al Gobierno que antes de avanzar con el plan ganadero era necesario dar certidumbre sobre las exportaciones de carne, hoy bajo un cepo del 50%. En esta línea, Confederaciones Rurales Argentinas (CRA) se retiró de la discusión por el plan reclamando una apertura total de las exportaciones.
El proyecto, al que accedió la prensa titulado “Una propuesta federal para el desarrollo de la ganadería bovina” y realizado tanto por la cartera de Desarrollo Productivo como el Ministerio de Agricultura, propone “un conjunto de instrumentos financieros, incentivos fiscales, asistencia tecnológica, cambios en la comercialización, entre otros, destinados a fomentar el incremento de la eficiencia del stock ganadero”.
El plan no se refiere a un monto preciso de inversión, pero abre la puerta al uso de diversas herramientas, varias de ellas incluso contenidas en un proyecto de fomento a la agroindustria impulsado por el CAA. Para varias medidas del plan oficial falta una explicación sobre una hoja de ruta sobre la implementación.
Al respecto, el plan contiene una serie de lineamientos y medidas según la problemática que se busca abordar. Así, entre otras acciones, para el crecimiento del área con pastura se prevé un plan nacional de riego y bonificaciones para la inversión en riego. Además, para promover la eficiencia y sostenibilidad de la cría y recría vacuna se impulsa un fondo para la promoción de la ganadería en zonas áridas y semiárida.
También figura entre las acciones créditos para infraestructura, apoyo a emprendimientos de agregado de valor, beneficios fiscales para aumentar la productividad, “financiamiento que permita la transformación de la producción ganadera del eslabón de invernada engorde logrando como objetivo el aumento de peso por cabeza de terminación superior a 430kg”.
En esta línea se promueve el forward ganadero, un “instrumento para adelantar fondos que permitan la compra contra entrega futura de la mercadería, posibilitando el acotamiento de los riesgos del aprovisionamiento y mayor previsibilidad”.
“Créditos directos destinados a financiar proyectos vinculados a infraestructura básica para el manejo del rodeo, implantación de pasturas, verdeos y forrajes conservados, equipo para prevención de enfermedades, y adquisición de semovientes para recomponer el rodeo”, se detalla en otra de las medidas.
Otro punto destacado es el que se refiere a medidas fiscales para promover inversiones. Al respecto, en el plan se menciona la necesidad de “evitar la sobrevaluación de la hacienda no terminada al cierre del ejercicio fiscal”. Aquí se habla de la “modificación de la valuación fiscal de la hacienda al cierre del ejercicio”, amortización acelerada de inversiones, crédito fiscal para la compra de insumos y devolución del IVA de inversiones con condiciones especiales.
El plan recuerda que un proyecto de ley, impulsado con el CAA, “contempla la posibilidad de realizar una valoración ajustada al estado real de la hacienda de invernada en el momento de cierre del ejercicio fiscal y diferir el pago del Impuesto a las Ganancias al ejercicio en que se realicen las ventas”.
“Los beneficiarios inscriptos en el registro que se crearía al ser ley -que cumplan con los requisitos del régimen y resulten titulares de los establecimientos de invernada- podrían optar por valuar sus existencias por los métodos descritos, dependiendo del tipo de hacienda de que se trate”, indica.
“Para calcular la valuación de las vaquillonas y los novillos, el anteproyecto prevé que los contribuyentes podrán usar, como índices de relación contenidos en las tablas anexas a la Ley N° 23.079 para todas las vaquillonas, el correspondiente a vaquillona de uno a dos años, y para todos los novillos, el de novillo de uno a dos años, de acuerdo a la categoría de que se trate”, agrega.
En la parte del crédito para la compra de insumos, que también estaría en línea con la ley que se busca impulsar, se detalla: “Los beneficiarios de esta ley podrán convertir en un certificado de crédito fiscal intransferible hasta un importe equivalente al que resulte de aplicar la alícuota a la que se refiere el inciso a) del artículo 73 de la Ley de Impuesto a las Ganancias, texto ordenado en 2019 y sus modificaciones, vigente en el periodo fiscal de que se trate. El crédito fiscal se calculará sobre el 50% de los gastos y erogaciones deducibles del Impuesto a las Ganancias, correspondientes a adquisiciones de fertilizantes orgánicos e inorgánicos, insumos biológicos, semillas autógamas forrajeras y hortícolas, debidamente identificadas y fiscalizadas, relacionadas con los Programas a) y b), y de gastos en genética y sanidad ganadera vinculados con el Programa c), y hasta el límite del 50% del impuesto a las ganancias a pagar”.
Segmentos de productores
En el plan se recuerda que, según los registros sanitarios del Senasa, hay cerca de 230.000 productores ganaderos en tres grupos: pequeños hasta 150 cabezas (71% del total), medianos entre 150 y 600 cabezas (20% del total) y grandes más de 600 cabezas (9% del total).
Entre otros puntos, “se propone la creación de un registro para los productores que quieran ofrecer trazabilidad individual tanto para el mercado interno como para el exterior”.
En el plan también se impulsa mejorar el acceso a la información por parte de los productores. Así, se busca que los ganaderos accedan con la clave fiscal “a los resultados finales de la faena de su producción y contar con información esencial que contribuirá a la mejora continua de sus procesos productivos y de comercialización”.
En la parte específica para la amortización acelerada de inversiones se prevé un “tratamiento diferencial para inversiones efectivamente realizadas durante la vigencia del régimen, en bienes muebles nuevos amortizables (excluido automóviles), construcciones (excluidas viviendas) y de infraestructura”.
“Para inversiones en construcciones, la amortización se realizará como mínimo en la cantidad de cuotas anuales, iguales y consecutivas que surja de considerar su vida útil reducida al cincuenta por ciento (50%) de la estimada. Las inversiones en infraestructura se encuentran limitadas a aquellas que impliquen una ampliación comprobable en la capacidad productiva, o estén vinculadas con la conservación y mantenimiento de bienes de uso amortizables”, se detalla.
Además de las medidas para la actividad, en el plan se hace un repaso de la situación actual del sector. A modo de ejemplo, se dice que “en los últimos 50 años la Argentina duplicó su población y este crecimiento demográfico implicó un aumento significativo del consumo interno que no fue acompañado en igual medida por la producción de carne vacuna”.
En una parte se culpa de la caída de la existencia bovina y a la baja productividad a las “sucesivas crisis económicas, el corrimiento de la frontera agrícola, cambios en preferencias de los consumidores e ineficiencias en la comercialización de la producción”, sin referencias a las intervenciones en los mercados como las que aplicó el kirchnerismo desde 2006, con cepos a las exportaciones. Hoy el Gobierno, en tanto, tiene reducidas en un 50% las ventas al exterior.
Esto último luego se reconoce en otro fragmento: “Luego del cierre de las exportaciones de 2006, el ratio de exportaciones sobre producción pasó del 24% al 7%. La producción se contrajo significativamente en 2010, implicando con ello una fuerte suba de precios que deprimió el consumo local”.
De China, el primer mercado para la Argentina y destino hacia donde solo se puede exportar un 50% de lo que se vendía antes, se señala que compra carne de una vaca de “animales viejos de descarte, con muy poca carne, que por su baja calidad tiene un precio inferior”. Es una carne que no es de consumo local masivo. En tanto, más allá de ese comportamiento, se precisa que China está incrementando las compras de carne refrigerada/fresca de mejor calidad en comparación a la demanda de carne congelada.
“Ello se puede evidenciar en un crecimiento abrupto, desde el año 2018, de la exportación de este producto a China. Hoy los principales cortes demandados son: nalga, bola de lomo, peceto, cuadrada, entre otros, los cuales forman parte de la canasta de consumo local”, dice el plan ganadero oficial.
Fuente: La Nación