Andres Severec, un productor ganadero de San Francisco del Laishí, al sureste de Formosa mira su teléfono a cada hora para chequear si el pronóstico desalentador cambia, tiene la esperanza de que en algún momento lleguen las precipitaciones que desde hace tanto espera.Está desahuciado, desde el fin de semana en la región pampeana llueve con distintos grados de intensidad, sin embargo, allí las tormentas pasan de largo. No hay probabilidades de lluvia hasta por lo menos la próxima semana y a él ya se le quemó la mitad del campo, en donde junto a su familia hace ganadería de cría y tiene cabaña de Brangus de reproductores puros de pedigree. Una situación que se replica en gran parte de la provincia, en donde los productores luchan por sobrevivir a la falta de precipitaciones, los incendios y las altas temperaturas.
Según manifiestan los productores ganaderos desde hace dos años que el milimetraje es inferior a la media anual y desde el 24 de noviembre que no llueve significativamente en una provincia que tiene el 95% de la superficie agropecuaria con 8045 explotaciones con 1.635473 cabezas de bovinos.
“Los animales corrían desesperados para escapar de esa ola de llamas de dos metros de altura, que a su paso no dejaban nada. Afortunadamente, alcanzamos a abrir algunas tranqueras y pudieron salir, pero se nos quemó toda la estructura”, indica Severec.
En total, son 500 las hectáreas las que perdieron. “Vamos a tener que prácticamente empezar desde cero. Invertimos mucho ahí para hacer las divisiones y se perdió todo. Ahora nos vemos obligados a comprar de vuelta alambres, postes, varillas y mano de obra para reinstalar todo lo que se quemó”, aclara.
Como hacen manejo intensivo, a los potreros los dividen en circuitos que a su vez están subdivididos en pequeñas parcelas de una hectárea, en donde rotan a los animales para eficientizar su consumo. Ayer, dos de esos circuitos con toros y vacas, muchas preñadas o con terneros al pie, todos puros de pedigree, quedaron envueltos por el fuego.
“A todo eso lo podemos reparar, pero si nos falta pasto no tenemos con qué darle de comer a los animales. Necesitamos que empiece a llover si no no sé cómo vamos a hacer”, sostiene.
“Nos estamos quedando sin campos”, dice preocupado Bernardo Maglietti, productor agropecuario que tiene una empresa familiar que hace hacienda de cría en Tatané al norte formoseño e invernada y terminación en el oeste en las Lomitas. Como uno de sus campos se les quemó en un 40%, arrendaron otro para trasladar la hacienda a 50km. Cuando empezaron con la mudanza, se prendió fuego el alquilado en casi un 70%.
“La solución quedo en el camino. Lo alquilamos porque sabíamos que ahí teníamos agua por lo menos para dos meses. Como para ir cerrando baches y remendar la situación”, comenta.
El productor estima que como consecuencia de la sequía y los incendios le queda no más de 30-40 días de pasto, hasta tener que mover la hacienda hacia otro lado.
Su mayor preocupación es el mal estado de la hacienda, sobre todo la vaca de cría en pleno servicio que le impactará el año que viene en la preñez. “Hicimos un destete anticipado como para ayudar un poco a la vaca. Vamos a tratar de dar servicio en marzo si es que empieza a lloviznar algo y si no lo pasaremos para la primavera siguiente”, explica.
Juan De Hagen administra campos mixtos en el centro oeste formoseño en Ibarreta, Las Lomitas y Los Chiriguanos. No recuerda haber vivido una crisis hídrica de estas características, en la zona es el segundo año consecutivo en que tienen lluvias por debajo de lo normal y desde el 24 de noviembre que no llueve.
Como en esta zona no hay agua en los subsuelos tienen superficies de cosecha de agua de lluvia y represas, pero están vacías. “Normalmente, acá llueve de octubre a mayo y este año no hemos tenido lluvias desde el 23 de noviembre hasta la fecha, es decir dos meses completos en la época donde más llovía y uno aprovechaba para recolectar el agua de lluvia”, detalla.
Como consecuencia de la falta agua en uno que está ubicado en Los Chiriguanos tuvieron que reducir un 30% la hacienda, de las 1500 cabezas se vieron obligados a sacar 1000.
De seguir la crisis hídrica va a replicar la medida en las otras propiedades. “En el que está ubicado en las Lomitas tenemos las represas vacías desde hace dos años, pero allí si tenemos agua en subsuelo, el problema es que al no llover no hay reposición y las napas se están salinizando”.
Pero para Hagen el problema más grave es que esta es la época de mayor producción de pasto, lo que les permite, por un lado, tener las mejores ganancias de peso y por otro, preparar las reservas para él inverno. ”Veo el futuro con un panorama muy desalentador porque en el momento en que lo normal es que generemos la mayor producción de forraje. Estamos en fecha óptima de siembra, pero no hay nada de humedad, los perfiles están totalmente secos y con muy poca perspectiva de poder llegar a sembrar maíz y sorgo”, indica.
Fuente: La Nación