Despojar las mandarinas de su cáscara y separar las semillas puede resultar tedioso. Pero un grupo de investigadores del INTA Concordia, Entre Ríos, avanza en la creación de variedades de fácil pelado, sin semillas, que maduren durante toda la campaña de producción, con excelente sabor y que posean un buen comportamiento de poscosecha.
Según detallaron desde el organismo, de trata de una tecnología que se desarrolla en colaboración con el Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias de España. Los resultados preliminares serán presentados en el X Congreso Argentino de Citricultura, que se realizará del 6 al 9 del actual.
La importancia de este avance radica en que la Argentina es el séptimo productor mundial de frutas cítricas, siendo las mandarinas uno de los grupos más destacados debido a su consumo como fruta fresca. En particular, el 95% de la producción nacional de mandarina se realiza en el NEA. Entre Ríos es la provincia con mayor producción.
“El programa ha incorporado el uso de herramientas biotecnológicas para generar nuevas variedades sin semillas. La técnica se basa en la obtención de híbridos triploides, es decir, célula u organismos que poseen tres complementos cromosómicos”, señaló Miguel Garavello, especialista en mejoramiento genético del INTA Concordia. “La obtención de estos híbridos es una de las estrategias de mayor importancia en los programas de mejora genética de cítricos a nivel mundial”, agregó.
Según detallaron, en la actualidad en el INTA Concordia se están desarrollando plantines de variedades de mandarinas sin semillas. “La obtención de estos híbridos está en su etapa inicial. Esperamos obtener las primeras frutas en los próximos años”, dijo Garavello.
Las flores de estos híbridos presentan muy baja fertilidad y, generalmente, no producen semillas ni inducen la formación de semillas en otras variedades mediante polinización cruzada. Además, los triploides son más respetuosos con el ambiente, ya que en este tipo de plantas no es necesario realizar un control químico para evitar polinizaciones no deseadas, permitiendo también la convivencia con colmenas dentro del lote, según indicaron.
Sobre el proceso, explicaron que se identifica y aísla las potenciales semillas que contienen embriones triploides. Estas semillas se eligen por características que son distintivas, dentro de las cuales se destaca su menor tamaño asociado a su nivel de ploidía.
Una vez identificadas y aisladas se procede a desinfectarlas, para lo cual se utiliza una solución de hipoclorito de sodio (lavandina). “Así, las semillas se sumergen en esta solución durante unos minutos y luego se hacen pequeños paquetes en telas de gasas de entre 15 a 20 semillas”, detallaron.
Por último, se enjuagan y se les quita sus tegumentos, o sea las cáscaras que protegen al embrión, este procedimiento se realiza en condiciones de asépticas. Para lograr esto, se hace en un flujo laminar, que es un equipo que cuenta con unos filtros que eliminan la contaminación del aire y fuerza su circulación en un sentido, permitiendo el cultivo de los embriones en tubos de ensayos. Estos tubos contienen un medio que de vista se asemeja a una gelatina incolora, que contiene todos los nutrientes que necesita la planta para crecer. El uso de esta metodología permite la germinación y desarrollo de embriones triploides, que posteriormente se convertirán en plantines.
(Fuente: La Nación)