La reciente reducción del Impuesto PAÍS ha generado una serie de reacciones en el sector agropecuario argentino. Este tributo, que afecta las operaciones de compra de divisas y otros movimientos financieros, ha tenido un impacto directo en los costos de producción y en la competitividad de las exportaciones agrícolas. En diálogo con SUENA A CAMPO, el economista Mike Palou, nos brinda su visión sobre cómo esta medida podría influir en el agro, tanto a corto como a largo plazo.
– ¿Cuál es su evaluación general sobre la reducción del impuesto país en el sector agropecuario?
– Hay que limitarse solo al sector en general y las implicaciones directas y específicas de la medida. La respuesta lógica sería que impacte de manera positiva en los costos de algunos insumos importados, como pueden ser los fertilizantes, los repuestos que tienen mayoría de importados. Sin embargo, hay que destacar que por una cuestión de regulación, también de segmentación en el Comex, y lo que tiene que ver con tiempo de transporte, y con lo que también refiere a la implementación en sí real de la medida, el impacto en precios y que se vea reflejado en márgenes quizás tenga un delay importante, si es que realmente va a tener ese impacto en los precios. Tengamos en cuenta que muchos insumos quizás ya tengan incorporada esta medida, ya hayan hecho un pricing de la misma anteriormente, porque mucho del ajuste en la economía fue contra márgenes. Entonces, va a depender de los inventarios de la empresa y que vean si tienen algún margen en la reposición del stock. También hay que tener en cuenta el factor de las expectativas de una rebaja a futuro, porque vimos en agosto que desde el punto de vista de las importaciones, el anuncio de bajar parte del impuesto país ya había generado expectativas. Entonces, también hay que ver qué puede pasar a futuro con la eliminación permanente del impuesto, que sí, obviamente, sería mucho más favorable.
– ¿Qué sectores del agro se verían más beneficiados con esta reducción?
– Es relativo porque la agroindustria, principalmente, va a tener una mejora en la adquisición de autopartes, neumáticos, y complementos, en donde Argentina siempre importaba prácticamente neto, y ese sector obviamente se va a ver muy beneficiado. Recordemos que el sector importa aproximadamente 528 millónes de dólares por año, así que la eliminación del 10% implicaría un monto significativo, cerca de 50 millones de dólares. Y desde el punto de vista de los fertilizantes, el impacto es mucho más ambiguo, porque depende de la zona y del tipo de fertilizante, ya que el impacto en los costos varía. No es lo mismo el fertilizante que usan en soja que el que usan en maíz, o el porcentaje que usan en trigo, por ejemplo. Pero hay que ver también cuál es la dinámica en cuanto a la importación de ese tipo de fertilizantes, porque no todos los fertilizantes importados tienen el mismo peso. Por ejemplo, la urea se importa mucho menos que los fosfatos. Así que, en ese sentido, desde el punto de vista de los fertilizantes, el impacto va a depender.
– ¿Estas medidas podrían ayudar a mejorar la competitividad de las exportaciones agrícolas?
– Es una buena pregunta, porque ayudar, ayuda, ya que estamos viendo que de alguna manera reduce los costos y podría favorecer cierta estabilidad. Pero yo creo que hoy por hoy la competitividad viene determinada por una cadena interminable de cuestiones que vienen siendo postergadas y que complican la evaluación del panorama de cara a la campaña 2025. Para mejorar la competitividad, creo que hacen falta otras medidas. Sí, ayuda.
– ¿Y en cuanto al mercado interno, estas medidas pueden ayudar a una cierta estabilidad?
– Va a depender también, porque si la medida es un catalizador o una punta de reforma mucho más profunda y estructural, eso sin duda aportará a la estabilidad. A muy corto plazo, recordá que las medidas podrían tener impacto en la acumulación de reservas, y eso sí podría generar una tensión cambiaria, lo que no sería muy estabilizador, que digamos.
– ¿Y a largo plazo?
– Acá estamos frente a una campaña complicada. Desde diferentes frentes, creo que cualquier productor comentará, aunque sea extremadamente optimista, las dificultades mayúsculas. No le sirve por ningún lado, y podría ser determinante para muchos cómo se termina de manifestar la dinámica. Se viene un mercado muy ajustado, sobre todo para aquellos que enfrentan un costo de arrendamiento. El margen necesario para mejorar la situación del productor dependerá más de otras variables. Las variaciones derivadas de la mejora de la alícuota necesitan otros drivers, porque los precios en escenarios más volátiles de lo normal, por más de que ya tenemos anuncios de que Estados Unidos baja la tasa, lo que implica en las materias primas desde un punto de vista positivo, la debilidad del dólar siempre ha sido un factor para los commodities. Pero tenemos clima, tensiones geopolíticas, elecciones, China que no tracciona, una sobreoferta impresionante desde el punto de vista de la soja, por ejemplo. O sea, está complicado trazar inferencias a largo plazo. Hay que estar atento a ver cómo se desarrollan los drivers y cuál se impone para determinar la tendencia.
(Fuente: Suena a Campo)