Por primera vez en Argentina, se ha presentado una variedad de avena apta para celíacos, un avance que promete mejorar la calidad de vida de quienes sufren esta enfermedad. Este desarrollo, liderado por el INTA y la Chacra Experimental Barrow, busca ofrecer una alternativa segura y saludable para una población que muchas veces ve limitada su dieta. Para conocer más detalles sobre este desarrollo, en diálogo con SUENA A CAMPO nos comunicamos con el ingeniero agrónomo Francisco Di Pane, jefe del programa de mejoramiento genético de la Chacra Experimental Barrow.
Este proyecto, iniciado en 2005 y registrado en 2015, está diseñado para ofrecer una alternativa segura y nutritiva para aquellos que sufren de celiaquía, una enfermedad que afecta cada vez a más personas en el país. “Es un trabajo que lleva años de investigación y paciencia”, señala Di Pane, quien destaca el compromiso de su equipo para lograr un producto de alta calidad.
Uno de los puntos más innovadores de esta avena es su bajo contenido de alérgenos, lo que la convierte en una opción potencialmente apta para personas con intolerancia al gluten. Aunque el desarrollo de esta variedad se enfocó inicialmente en la industrialización del grano, su capacidad para ser consumida por celíacos es una ventaja que se descubrió más tarde. “Se detectó que esta avena tiene concentraciones muy bajas de alérgenos, algo que fue corroborado por una Universidad», explica Di Pane.
La investigación fue impulsada por la creciente demanda de productos aptos para celíacos. Según Di Pane, la colaboración con la farmacéutica Andromaco, que produce la conocida marca Aveno para pieles sensibles, fue un paso clave. “Nos contactaron porque necesitaban avena para sus productos. Esa avena no solo es buena para quienes tienen problemas de piel, sino que también podría ser apta para celíacos”, señala el ingeniero.
El proceso para certificar que esta avena es apta para el consumo de celíacos es riguroso. Utilizando el método de Elisa, se mide la concentración de alérgenos. “Si tiene menos de diez partes por millón (PPM) de alérgenos, puede ser considerada libre de gluten”, aclara Di Pane. En la actualidad, están en la fase final de estas pruebas, lo que permitirá su lanzamiento al mercado como un producto seguro para el consumo de celíacos.
Más allá de su valor para la salud, esta avena también tiene características productivas que la hacen atractiva para la industria. “Es una avena especial, de alto peso eléctrico y con mucho grano. Tiene poca cáscara, lo que la hace ideal para la producción de avena arrollada, tipo Quaker”, detalla Di Pane. Estas cualidades le han dado una excelente aceptación en el mercado, y la variedad ha despertado el interés de empresas nacionales e internacionales.
En términos de mercado, las expectativas son altas. Di Pane comenta que, tras la firma de un convenio reciente y la mayor visibilidad mediática, han recibido varios contactos interesados en la producción de esta avena, tanto para consumo interno como para exportación. “Este es un nicho de mercado que puede ser muy interesante. La demanda de productos sin gluten está en aumento, y esta avena podría tener un impacto significativo, no solo para los celíacos, sino para los productores que buscan diversificar su producción”, afirma.
La celiaquía es una enfermedad que afecta a un porcentaje considerable de la población y que ha mostrado un aumento en los últimos años. Según Di Pane, este crecimiento se debe en parte al alto consumo de productos a base de harina de trigo, lo que ha llevado a que muchas personas desarrollen intolerancias o alergias que antes no presentaban. “Es una gran oportunidad para los productores de avena de apostar por un producto que, aunque puede ser un poco más caro de producir, tiene un mercado asegurado y en crecimiento”, comenta.
Uno de los desafíos en la producción de esta avena es garantizar que no haya contaminación cruzada con otros cereales que contienen gluten, como el trigo o el centeno. “Eso requiere una logística cuidadosa, desde el cultivo hasta el procesamiento. Los lotes de producción tienen que estar completamente libres de estos contaminantes, lo que puede encarecer un poco el producto final”, admite Di Pane. Sin embargo, enfatiza que el costo adicional no debería ser prohibitivo y que los beneficios para los productores y los consumidores superarán cualquier aumento en el precio.
El entusiasmo por este proyecto es palpable en la Chacra Experimental Barrow. Aunque todavía están en las etapas finales de validación, el equipo liderado por Di Pane ya ha comenzado a trabajar en un programa de producción a pequeña escala de avena sin gluten. “Estamos apuntando a tener una avena que sea apta no solo para la industria, sino también para el consumo humano directo. Queremos que esta avena sea una opción segura y saludable para los celíacos”, asegura.
En cuanto al futuro, Di Pane es optimista. La demanda de productos sin gluten sigue en aumento, y la posibilidad de exportar esta avena abre nuevas oportunidades para los productores argentinos. “Creemos que este es solo el comienzo. La avena sin gluten puede convertirse en un producto clave para la agricultura argentina, tanto a nivel local como internacional”, concluye.
Este desarrollo es un claro ejemplo de cómo la ciencia y la innovación pueden responder a las necesidades de la sociedad, al tiempo que abren nuevas oportunidades para el sector agropecuario. La avena sin gluten de la Chacra Experimental Barrow no solo tiene el potencial de mejorar la calidad de vida de miles de personas que padecen celiaquía, sino que también representa una nueva frontera en la producción agrícola del país.
(Fuente: Suena a Campo)