Enrique Vivas, miembro de la comisión directiva de la Sociedad Rural de Frías y productor ganadero, compartió sus reflexiones sobre una medida que está generando gran inquietud en el sector: la implementación del caravaneo electrónico. Esta política de identificación y trazabilidad de ganado, destinada a modernizar el sistema actual, busca dar un salto hacia la digitalización, pero plantea serios desafíos para los productores. En diálogo con SUENA A CAMPOS, Vivas ofrece una mirada profunda sobre las implicaciones de esta tecnología, que para muchos todavía representa más preguntas que certezas.
Para comenzar, Vivas explica que el caravaneo electrónico es un sistema de identificación animal mediante un chip, que puede ser una caravana electrónica o un dispositivo intramuscular. En esencia, esta tecnología reemplaza el sistema tradicional de caravanas o marcas visuales que se colocan en el ganado antes de su transporte. El nuevo sistema permitiría una trazabilidad completa de cada animal, registrando su ubicación, movimientos y datos de producción en una base centralizada, accesible para autoridades y productores. Sin embargo, el productor subraya que la falta de información clara sobre la implementación ha generado incertidumbre. «Estamos ávidos de información. No sabemos cómo se llevará a cabo esta medida ni cuál será el costo real», advierte.
El impacto económico del caravaneo electrónico es una de las mayores preocupaciones para los productores ganaderos, en especial para aquellos de menor escala. Vivas señala que, aunque se menciona que la primera oleada de caravanas será subsidiada por el gobierno, el sector mantiene sus reservas. «Nada es realmente gratis. A la larga, los costos siempre terminan reflejándose en nuestros impuestos», afirma. Además, explica que el costo de un bastón lector ronda los dos millones de pesos, lo que significa un gasto significativo, sobre todo para pequeños y medianos productores. La inversión en tecnología para el caravaneo electrónico incluye también la compra de lectores de chips y la posible necesidad de sistemas de software de gestión, lo cual se vuelve especialmente complejo para quienes operan en zonas más alejadas o con recursos limitados.
Vivas detalla que, en su región, la ganadería se practica en terrenos con condiciones duras, lo que aumenta las pérdidas de caravanas. «En campos con monte y suelos difíciles, la tasa de pérdida de caravanas llega al 20%. Esto no solo representa un costo adicional, sino también la dificultad de volver a registrar esos animales si se pierden las caravanas electrónicas», explica. Este desafío genera dudas sobre la efectividad y adaptabilidad del sistema en áreas rurales y subraya la necesidad de adecuar las políticas a las realidades geográficas de cada región.
Otra preocupación que Vivas menciona es la falta de un enfoque regional para la implementación de esta política. En su opinión, las entidades responsables de la medida deberían haber consultado previamente a las sociedades rurales y a los productores de distintas zonas del país. “No todos los campos son como los de la zona centro del país. En el norte, las condiciones son muy diferentes, y eso no parece haber sido considerado”, critica Vivas. El productor enfatiza que las medidas deberían adaptarse a las realidades y capacidades de cada región para garantizar que no afecten de manera desproporcionada a los productores más pequeños y menos tecnificados.
Además de las preocupaciones financieras y logísticas, la implementación del caravaneo electrónico despierta preguntas sobre cómo los productores podrán utilizar estos datos. Aunque esta tecnología podría ofrecer información valiosa sobre la ganancia de peso y el rendimiento del ganado, Vivas teme que muchos productores no tengan acceso a sistemas para aprovechar esta información. La falta de capacitación y de acceso a tecnologías complementarias podría limitar el beneficio de la medida, convirtiéndola en un requisito más que en una herramienta útil para el productor. “La idea es que cada productor pueda tener un registro anual y que no se limite solo a entrar al mercado. Necesitamos que la tecnología nos aporte valor real”, afirma.
En cuanto a la posibilidad de abrir nuevos mercados internacionales, Vivas reconoce que el caravaneo electrónico podría ser un paso positivo para cumplir con los estándares internacionales de trazabilidad que exigen algunos mercados de exportación. No obstante, se muestra cauteloso y reitera que para que esta medida realmente impulse el acceso a nuevos mercados, es esencial que los productores estén capacitados y cuenten con el soporte necesario. «Es importante que las entidades que impulsan estas normativas dialoguen con nosotros. Las puertas están abiertas para que nos expliquen cómo aplicar la medida de forma efectiva y realista», dice.
Finalmente, Vivas reflexiona sobre la complejidad de implementar esta tecnología en el contexto actual del sector ganadero argentino, que lleva años lidiando con dificultades. “La agricultura le ha ganado terreno a la ganadería en los últimos años, y el ánimo entre los productores ganaderos es bajo. Agregar un costo adicional, aunque sea subsidiado en un inicio, solo incrementa la presión sobre un sector ya golpeado”, señala.
Con el caravaneo electrónico, los productores están ante una encrucijada: abrazar una tecnología que podría modernizar el sector, o resistir ante un cambio que, por ahora, parece estar lleno de incertidumbres. Enrique Vivas y otros productores aguardan con escepticismo la llegada de la información necesaria para entender si realmente este sistema será una mejora o solo una carga más en su labor cotidiana.
(Fuente Suena a Campo)