En la lucha contra la chicharrita y el impacto que este insecto tiene en los cultivos de maíz, expertos de la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres han recomendado retrasar la siembra como una medida preventiva. El Dr. Daniel Ploper, director de la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres, en diálogo con SUENA A CAMPO, nos explicó los motivos detrás de esta recomendación y cómo puede beneficiar a los productores en la próxima campaña agrícola.
El problema de la chicharrita en los cultivos de maíz del NOA ha tomado una gran relevancia en el 2024. Según Ploper, la reciente campaña 2023-2024 fue especialmente dura para el maíz, debido a una enfermedad compleja conocida como el «achaparramiento del maíz». Este problema está causado por varios patógenos, donde destaca el espiroplasma, una bacteria transmitida por la chicharrita del maíz (Dalbulus maidis). Aunque existen otros patógenos en el llamado “complejo de achaparramiento”, la chicharrita es el vector principal, lo que la convierte en la protagonista del problema.
El impacto de la enfermedad ha sido particularmente grave en el norte argentino, y las pérdidas en algunos lotes llegaron al 100%. A nivel nacional, se estima que cerca del 10% de la producción de maíz se vio afectada por la enfermedad y la chicharrita, lo que ha llevado a las instituciones agropecuarias a estudiar y desarrollar estrategias para controlar la plaga. Ante esta situación, la Estación Experimental Obispo Colombres firmó un convenio con los grupos CREA para estudiar la dinámica poblacional de la chicharrita. Este estudio, iniciado hace un año, permitió anticiparse a la situación crítica de la última campaña, y generó recomendaciones claves para los productores de maíz en la región.
Entre las recomendaciones, Ploper subrayó la importancia de implementar un “vacío sanitario”, es decir, evitar la presencia de cultivos de maíz durante tres a cinco meses en los que la chicharrita podría alimentarse. Dado que esta plaga es monófaga y solo puede alimentarse de maíz, el vacío sanitario reduce significativamente su población. Esta estrategia tuvo buenos resultados en la última campaña, y Ploper resaltó la cooperación de empresas semilleras y productores, quienes se comprometieron a evitar la siembra de primavera en ciertas zonas del sur de Tucumán y noreste de Catamarca, preservando así el vacío sanitario.
Además del vacío sanitario, la ocurrencia de heladas severas en julio también ayudó a reducir las poblaciones de la chicharrita. Sin embargo, el control de esta plaga requiere medidas adicionales, como la erradicación de maíces guachos o voluntarios, que emergen de semillas caídas tras la cosecha. Estos brotes espontáneos representan una fuente de alimento para la chicharrita y permiten su supervivencia hasta la siguiente campaña. Para evitarlo, Ploper recomendó el uso de herbicidas para eliminar estos maíces guachos, una tarea clave en las estrategias de manejo de la plaga.
En cuanto a las fechas de siembra, Ploper aclaró que la recomendación no es retrasar la siembra, sino evitar las siembras escalonadas de primavera y concentrar las siembras de verano en un periodo específico. Las condiciones climáticas juegan un rol determinante, pues el maíz necesita suficiente humedad para desarrollarse. Así, los productores suelen sembrar en los primeros diez días de enero, cuando ya se ha asegurado la humedad necesaria en el suelo. La concentración de la siembra reduce las probabilidades de que la chicharrita encuentre cultivos en diferentes etapas de desarrollo, lo que ayudaría a limitar su proliferación.
La respuesta de los productores ha sido cautelosa. Muchos siguen de cerca los reportes de la red nacional de trampeo, coordinada por la Estación Experimental Obispo Colombres. Esta red, compuesta por más de 150 trampas distribuidas en el país, permite monitorear las poblaciones de la chicharrita en tiempo real y ayuda a los productores a tomar decisiones informadas. Hasta ahora, los reportes muestran una disminución en las poblaciones de la plaga en comparación con el año anterior, aunque algunas localidades presentan valores preocupantes.
A pesar de las estrategias y medidas de control implementadas, el panorama sigue siendo incierto. El maíz es un cultivo costoso y sensible a las condiciones climáticas, y los productores evalúan si las perspectivas de rendimiento justifican los altos costos de producción. La presencia de la chicharrita añade una capa extra de riesgo, ya que el manejo de esta plaga implica un aumento en el uso de herbicidas e insecticidas, incrementando los gastos y, en algunos casos, limitando el margen de ganancia de los productores.
La reducción en las intenciones de siembra, que actualmente rondan el 30-35% del área, preocupa a técnicos y agrónomos, ya que el maíz es fundamental en el sistema de cultivos de la región. Ploper señaló que el maíz contribuye a la sostenibilidad de la producción agrícola en Tucumán y que, aunque existen alternativas como el sorgo, estas no resultan tan atractivas para los productores. De allí la importancia de mantener un control efectivo de la chicharrita, a fin de evitar que esta plaga comprometa la viabilidad económica del cultivo en la región.
La campaña 2024 será un nuevo desafío tanto para los productores como para los investigadores, quienes deberán evaluar la efectividad del vacío sanitario, los tratamientos con agroquímicos y las aplicaciones foliares para controlar la chicharrita. El aprendizaje acumulado en las últimas campañas será fundamental para enfrentar los retos que plantea esta plaga, especialmente en un contexto de cambio climático que afecta la frecuencia y distribución de las lluvias, elemento clave en el ciclo productivo del maíz.
Finalmente, Ploper enfatizó la necesidad de continuar con el monitoreo y control de la chicharrita, así como con la implementación de prácticas agrícolas que minimicen su impacto. En este sentido, la colaboración entre instituciones, productores y organismos como CREA y la Sociedad Rural de Tucumán será crucial para asegurar la sustentabilidad de la producción de maíz en la región del NOA.