En un mundo donde la demanda de proteínas alternativas crece rápidamente, la producción de carne de conejo, conocida como cunicultura, se perfila como una opción atractiva y de gran potencial en Argentina. Verónica Albarracín, ingeniera zootecnista y docente en la Facultad de Agronomía y Zootecnia de la Universidad Nacional de Tucumán, en diálogo con SUENA A CAMPO describió en detalle el desarrollo de esta industria en el país, especialmente en Tucumán, y analiza las oportunidades y desafíos que enfrenta tanto en el mercado interno como en el ámbito de la exportación.
La cunicultura es una actividad que podría ser ideal para pequeños productores y familias que buscan opciones sostenibles. Según Albarracín, «es un sistema de producción que se adapta bien a la mediana escala, permitiendo que una familia pueda autoabastecerse de proteínas de alta calidad, e incluso generar ingresos adicionales«. La producción de carne de conejo tiene ventajas comparativas, especialmente por su bajo contenido en grasas y su perfil nutricional, rico en proteínas y vitaminas esenciales.
Desde hace algunos años, Argentina ha comenzado a prestar más atención a la cunicultura a través de eventos y redes de colaboración que impulsan su desarrollo. En este contexto, se destaca la Red Cunícola Argentina, de la que forma parte Albarracín junto con la Facultad de Agronomía y Zootecnia. Este año, Tucumán fue sede de las Jornadas de Cunicultura, un evento de impacto internacional que contó con expertos de distintas regiones de Argentina y países como México y Brasil. Estas jornadas han sido un espacio clave para fomentar el intercambio de conocimiento y experiencias en la producción de carne de conejo, y según Albarracín, «promover esta alternativa productiva para el sector pequeño es un gran paso hacia una industria más diversificada y sostenible».
Sin embargo, un obstáculo importante que enfrenta la cunicultura es la percepción cultural de los conejos, que muchas personas ven como mascotas en lugar de fuentes de alimento. «En Tucumán y en otras regiones del país, muchas personas asocian al conejo con una mascota, un animal de compañía, lo que dificulta que se lo perciba como una opción cárnica«, explica Albarracín. A pesar de esta barrera cultural, la ingeniera resalta la importancia de educar al público sobre las propiedades nutritivas de esta carne, que puede ser un excelente complemento en la dieta diaria.
La carne de conejo se distingue por ser saludable y adecuada para distintos tipos de dieta. Albarracín destaca que «es una carne baja en grasas, con un contenido de colesterol y sodio muy bajo, lo que la hace ideal para personas con problemas de hipertensión o que buscan opciones con menor impacto en el sistema cardiovascular». También es rica en vitaminas del complejo B y en minerales esenciales, como hierro y fósforo, y su contenido en purinas es bajo, lo cual es beneficioso para personas con problemas de ácido úrico.
A nivel de comercialización, la carne de conejo en Tucumán se destina mayormente al consumo local y familiar, aunque se proyecta un futuro en el que este producto pueda tener alcance en otros mercados. Albarracín señala que uno de los retos actuales es la falta de infraestructura adecuada para la faena a escala comercial: «Estamos trabajando para consolidar una planta de faena habilitada, que permitiría procesar la carne de manera más eficiente y cumplir con los requisitos sanitarios que exige el mercado nacional e internacional«.
Además, la ingeniera menciona que existen proyectos en curso para fomentar la exportación de carne de conejo. «Argentina aún exporta muy poca carne de conejo, pero estamos trabajando en la construcción de redes y colaboraciones para poder abrir este mercado». En este sentido, la Red Cunícola Argentina, que hoy forma parte de la Red Latinoamericana de Cunicultura, es una iniciativa fundamental para avanzar en la exportación de productos derivados del conejo.
El desafío de promover el consumo de esta carne en el país es una prioridad para los productores y las instituciones educativas involucradas en el sector. La Facultad de Agronomía y Zootecnia en Tucumán, por ejemplo, colabora con las escuelas agrotécnicas de la región, a las que provee de reproductores de alta calidad genética para proyectos educativos en cunicultura. Esta colaboración, según Albarracín, es esencial para formar nuevas generaciones de productores que puedan establecer una base sólida de conocimientos sobre la producción de carne de conejo.
El INTA también juega un rol importante en la difusión de la cunicultura en el país, y junto con la Facultad, trabaja en la formación de redes y en la capacitación de productores y estudiantes interesados en esta actividad. «A nivel nacional, estamos coordinando esfuerzos para aumentar la visibilidad de la carne de conejo y destacar su valor en términos de nutrición y sustentabilidad«, menciona Albarracín. La ingeniera enfatiza que el consumo de carne de conejo debe ser promovido con campañas educativas y programas de difusión, que generen un cambio cultural y permitan un crecimiento sostenido de la demanda.
En cuanto al futuro de la cunicultura en Tucumán, Albarracín es optimista. «Estamos llamando a la participación de más productores y fortaleciendo las relaciones con instituciones locales y nacionales». La reciente presencia de la cunicultura en la Exposición Rural de Tucumán fue un paso importante para visibilizar esta industria, y se llevaron a cabo charlas que ofrecieron soluciones técnicas para quienes ya están en el sector y para aquellos que desean comenzar. Estos espacios, según Albarracín, son esenciales para lograr que más personas conozcan y aprecien el potencial de esta industria.
En conclusión, la cunicultura en Argentina se encuentra en una etapa de desarrollo con grandes desafíos, pero también con oportunidades prometedoras. La carne de conejo ofrece beneficios para la salud y puede ser producida de manera sostenible en pequeñas y medianas escalas, lo que la hace accesible para diversas familias. Con un trabajo conjunto entre universidades, productores y organismos nacionales, esta alternativa cárnica podría posicionarse en el mercado interno y en el ámbito de la exportación, impulsando un cambio cultural hacia una alimentación más diversa y saludable.
(Fuente: Suena a Campo)