La reciente victoria de Donald Trump en las elecciones de EE. UU. ha generado expectativas y preocupaciones en muchos sectores de la economía mundial, y el agro argentino no es la excepción. La posibilidad de un cambio en la política económica de Estados Unidos plantea varios interrogantes sobre cómo el comercio internacional, los aranceles y las políticas hacia China podrían afectar al sector agropecuario local. Para profundizar en este tema, desde SUENA A CAMPO nos comunicamos con el economista Mike Palou, quien nos ofrece una visión detallada de lo que puede suceder en este nuevo contexto.
Al iniciar la charla, Palou resalta que los efectos de un cambio de administración en EE. UU. suelen llegar en forma de un «efecto dominó» que impacta en múltiples economías. «En este caso queremos saber cuáles son los principales factores de la administración de Trump que podrían impactar en el comercio agrícola argentino«, dice.
«Es difícil predecirlo con certeza porque la situación es muy reciente«, aclara Palou. Sin embargo, hace mención a un comentario de Gabriel Caamaño, un economista de Buenos Aires, que compartió su perspectiva en redes sociales: “Gane Trump, podríamos recibir ciertos beneficios en términos de reestructuración de deuda y acuerdos con el FMI, pero también enfrentamos contras, sobre todo en lo que respecta a una posible competencia más feroz en el mercado agrícola internacional”.
Palou explica que, al contar con un gran respaldo de la comunidad agrícola de EE. UU., Trump podría intensificar las políticas proteccionistas. «El cinturón agrícola estadounidense le ha brindado un apoyo contundente en estas elecciones. Esto puede traducirse en mayores subsidios y beneficios fiscales para los productores estadounidenses, lo que implica que el productor argentino enfrentará una competencia más intensa«, señala.
Además, anticipa un posible fortalecimiento del dólar, lo cual sería una noticia agridulce para Argentina. «Un dólar fuerte encarece la importación y eleva el costo de la deuda en dólares. También presiona a la baja los precios de los commodities, lo que es un desafío para los productos argentinos en el mercado internacional», advierte Palou. “Ese dólar fuerte, junto con un sesgo proteccionista de Trump, puede hacer aún más difícil la exportación de nuestros productos”, añade.
En cuanto a las relaciones de Estados Unidos con China, Palou opina que es un aspecto crucial en el panorama global del comercio agrícola. «Trump ha sido claro en su postura hacia China, a la que considera un competidor estratégico. Durante su administración anterior, impuso aranceles agresivos que provocaron represalias por parte de China. Esto llevó a China a buscar otros mercados para sus importaciones agrícolas, una oportunidad que Argentina aprovechó parcialmente. Ahora, podríamos ver algo similar, lo que generaría volatilidad en los precios de los commodities», dice.
La postura de Trump hacia China podría beneficiar al agro argentino, pero no sin riesgos. «Si bien existe la posibilidad de que China incremente su compra de granos en nuestra región, esta no compensaría totalmente la presión a la baja sobre los precios internacionales de los commodities. Es una oportunidad, sí, pero también implica una gran inestabilidad«, advierte.
Sobre el sector de los biocombustibles, Palou observa un panorama complejo. «Trump ha mostrado su inclinación hacia los combustibles fósiles y no es un presidente que crea mucho en el cambio climático. Durante su administración pasada, no apoyó los subsidios a la industria de biocombustibles, y es probable que esta tendencia continúe«, comenta. «Esto impacta directamente en la producción de maíz, que es un cultivo importante para los biocombustibles. La baja en el precio del maíz y los aceites vegetales podría ser un desafío para Argentina, que es un productor relevante en estos rubros«.
Palou subraya que la falta de apoyo a los biocombustibles en Estados Unidos puede repercutir negativamente en los precios internacionales de cultivos como el maíz y la soja, ambos esenciales en la economía agrícola argentina. «A medida que EE. UU. amplíe su producción de combustibles fósiles, como el biodiésel, nuestros productos de soja y otros derivados podrían ver una baja en su demanda y precios en el mercado global«, comenta.
Ante este complejo panorama, Palou sugiere que los productores y exportadores argentinos deben centrarse en la flexibilidad y la diversificación de sus mercados. «Viene un escenario muy competitivo para el producto agrícola local. Los exportadores deberán buscar nuevos mercados, ya sea en Europa, Asia o economías emergentes, para mitigar el impacto de cualquier reducción en las exportaciones hacia EE. UU. y China», explica.
También enfatiza la importancia de que el gobierno argentino respalde al sector. «Necesitamos una agenda que incluya a la producción local y apoye la proyección de nuestros productos en el mercado internacional. La calidad y la sostenibilidad deben ser pilares para diferenciarnos y hacernos más competitivos«, señala Palou.
Otro aspecto clave es la optimización de costos. «El productor argentino deberá enfocarse en la eficiencia y en reducir sus costos para adaptarse a estas nuevas políticas y seguir siendo competitivo en el mercado global. Esto incluye fortalecer relaciones tanto a nivel local como internacional y explorar maneras de reducir gastos en la producción de biocombustibles, aceites y harinas«, destaca.
Finalmente, Palou concluye con una reflexión sobre la adaptabilidad. «La capacidad de respuesta rápida ante cambios en la política internacional será fundamental. Los productores deben estar listos para adaptarse y responder a cualquier giro inesperado en el mercado, aprovechando las oportunidades que puedan surgir en un contexto global tan inestable«.
Así, el agro argentino enfrenta un futuro incierto, con el desafío de encontrar nuevas oportunidades y fortalecer su resiliencia en un escenario internacional marcado por el proteccionismo y las tensiones comerciales.
(Fuente: Suena a Campo)