Durante este año, el equipo de Suena a Campo ha seguido de cerca la problemática de la chicharrita (Dalbulus maidis) y su impacto en los cultivos de maíz en el NOA. En este contexto, conversamos con la ingeniera agrónoma y magíster Claudia Fernanda Funes, del INTA Famaillá, quien compartió los últimos avances en monitoreo y estrategias de manejo de esta plaga.
Funes destacó que los monitoreos realizados durante el invierno arrojaron una disminución efectiva en las poblaciones de la chicharrita, atribuida tanto al ciclo natural del insecto como a las heladas invernales. “Como era de esperar, observamos un descenso en las poblaciones, en parte debido a las bajas temperaturas, que influyeron directamente sobre el insecto”, explicó.
Uno de los hallazgos más relevantes es que solo el 30% de las trampas utilizadas en la región lograron capturar adultos. Según Funes, este dato refleja el estado crítico del insecto durante el invierno. “Estamos vigilando cómo están los niveles poblacionales en la época más difícil para el vector. Esto nos permite evaluar cuántos adultos lograron sobrevivir y qué incidencia podrían tener en la próxima campaña”, señaló.
El equipo del INTA Famaillá está implementando diferentes metodologías de monitoreo para evaluar la presencia de la chicharrita en el campo. Entre ellas destacan las trampas cromáticas, las trampas de emergencia y el monitoreo directo sobre cultivos. “Las trampas cromáticas son útiles para captar adultos invernales, mientras que las trampas de emergencia incrementan la temperatura para estimular el movimiento de los insectos y facilitar su captura”, explicó Funes. Actualmente, el monitoreo directo se realiza en maíces espontáneos y cultivos ya sembrados, lo que permite obtener datos más precisos sobre la población activa.
Además, INTA lidera una red nacional de monitoreo que incluye zonas clave en Tucumán, Salta, Jujuy, Catamarca y Santiago del Estero. “En Tucumán trabajamos con agencias de extensión en áreas como Aguilares, Burruyacú y Graneros, entre otras. También hemos ampliado la red a nuevas localidades como Chicligasta, debido al inicio de la producción de maíz en esa zona”, afirmó Funes.
Toda la información recabada a través de estas metodologías se integra en un mapa nacional de presencia del insecto, actualizado quincenalmente. Este recurso, disponible en la plataforma Argentina.gob.ar, permite a los productores consultar los niveles poblacionales del vector según provincia, departamento o tipo de monitoreo. “Es una herramienta clave para tomar decisiones informadas y ajustar las estrategias de manejo de manera oportuna”, aseguró Funes.
Ante la inminencia de la nueva campaña de maíz, la ingeniera Funes hizo un llamado a los productores del NOA para que adopten un enfoque integral en el manejo de la chicharrita. “Es fundamental trabajar en conjunto, con una mirada regional. Recordemos que el vector no actúa solo; también debemos estar atentos a la aparición de síntomas de enfermedades en las plantas”, advirtió.
Entre las principales recomendaciones, Funes destacó la importancia de respetar las ventanas de siembra sugeridas, seleccionar híbridos adaptados a la zona, utilizar semillas tratadas con insecticidas y monitorear constantemente los cultivos. También subrayó la necesidad de controlar los maíces guachos y prestar atención a las condiciones ambientales que podrían favorecer al vector.
“Con estas medidas y el apoyo de las herramientas comunicacionales y técnicas que ofrecemos desde las instituciones, esperamos minimizar el impacto de la chicharrita y evitar un nuevo golpe a la producción de maíz en la región”, concluyó.
(Fuente: Suena a Campo)