En los últimos días, Tucumán ha experimentado lluvias intensas que han generado acumulaciones de agua en distintas zonas, afectando tanto áreas urbanas como productivas. Este fenómeno, que también se ha observado en otras regiones del país como Bahía Blanca, ha despertado el interés por comprender las causas de estas precipitaciones y su posible recurrencia en el futuro. Para abordar esta cuestión, entrevistamos al Ingeniero Mauricio Costa, investigador del Laboratorio Climatológico Sudamericano.
El ingeniero Costa señala que los eventos meteorológicos extremos, como sequías prolongadas, inundaciones repentinas y temperaturas extremas, han sido cada vez más frecuentes en las últimas décadas. «Los fenómenos extremos han ocurrido en los últimos treinta o cuarenta años con mucha recurrencia. Ya han sido analizados por científicos de todo el mundo y se les atribuye en parte al cambio climático, a la deforestación y al incremento del dióxido de carbono en la atmósfera«, explica.
En Tucumán, las precipitaciones intensas no son un fenómeno nuevo. Según el especialista, estudios realizados por el Laboratorio Climatológico Sudamericano han demostrado un incremento significativo en la frecuencia de lluvias superiores a los cincuenta milímetros por día desde finales de la década del sesenta. «Llevamos más de sesenta años con fenómenos extremos que se manifiestan con mayor frecuencia y recurrencia«, enfatiza Costa.
Los efectos de estas lluvias han sido notables en varias zonas de la provincia. En algunos sectores montañosos, se registraron más de doscientos milímetros de lluvia en pocas horas, mientras que en la zona del Gran San Miguel de Tucumán se reportaron aproximadamente ciento cuarenta y siete milímetros en un solo día. A pesar de esto, algunas áreas recibieron poca o casi nula precipitación. «Uno de los elementos del tiempo meteorológico con mayor variabilidad espacial y temporal son las precipitaciones. No siempre llueve lo mismo en todas partes ni al mismo tiempo«, aclara el investigador.
Costa destaca que la geografía de cada región influye en la distribución de las lluvias y que fenómenos similares han ocurrido en otras partes del país. «Hace algunos años, una tormenta en Comodoro Rivadavia provocó un deslizamiento del cerro, y en La Plata, hace unos años, se registraron más de doscientos cincuenta milímetros en pocas horas, causando grandes pérdidas materiales«, menciona.
En cuanto a los pronósticos meteorológicos, Costa subraya que estos no pueden ser precisos para ubicaciones específicas, sino que se realizan para áreas generales. «Los pronósticos meteorológicos son areales, no puntuales. No son para un campo en particular, sino para una región. De ahí que algunos digan que les llovió mucho y otros que no les llovió nada», explica. También advierte que no existen pronósticos perfectos y que la precisión máxima ronda el noventa por ciento debido a la influencia de variables atmosféricas imprevistas.
El impacto de estas lluvias en las zonas productivas de Tucumán ha sido variado. En los Valles Calchaquíes, precipitaciones intensas han causado pérdidas en cultivos de papa, ajo y cebolla. «El agua arrastra todo, y cuando no se respetan las pendientes del terreno, se generan daños mayores«, señala Costa. En las llanuras tucumanas, muchos campos cuentan con sistemas de drenaje que han mitigado los efectos de las lluvias, pero la erosión hídrica sigue siendo un problema grave. «Se generan grandes zanjones, se pierde suelo fértil y se arrastran semillas y fertilizantes«, agrega.
Respecto a lo que se puede esperar en las próximas semanas, el ingeniero indica que el Servicio Meteorológico Nacional pronostica lluvias para los próximos días con una probabilidad del cuarenta por ciento. En términos más generales, se prevé un otoño húmedo y con temperaturas más elevadas de lo habitual. «No será un otoño frío y lluvioso, sino con más precipitaciones de lo normal y temperaturas más altas», anticipa.
Este panorama climático puede afectar las actividades agrícolas en la provincia, en particular la cosecha de soja, maíz y caña de azúcar, ya que la alta humedad y las lluvias dificultan las labores en el campo. «Esperamos lloviznas que pueden causar problemas operativos en la cosecha, ya que no se puede trabajar con alta humedad«, advierte Costa. Sin embargo, destaca que las temperaturas más altas podrían contribuir al secado de los cultivos y minimizar los inconvenientes.
A pesar de los avances tecnológicos, la meteorología sigue enfrentando desafíos en la precisión de los pronósticos y en la comunicación de la información climática a la población. «Hay distintas fuentes de información meteorológica y no todas son bien comprendidas. Un diagnóstico no es lo mismo que un pronóstico ni que una perspectiva climática», aclara Costa. Además, menciona que la variabilidad climática y la bipolaridad meteorológica hacen que algunas zonas reciban lluvias intensas mientras que otras continúan en sequía. «Lamentablemente, el ochenta por ciento de la agricultura se hace a cielo abierto, por lo que estamos expuestos a las inclemencias meteorológicas», concluye.
Los fenómenos meteorológicos extremos han llegado para quedarse, y aunque la ciencia sigue avanzando en su estudio y predicción, el desafío para los productores y la sociedad en general será aprender a adaptarse a estas nuevas condiciones climáticas.
(Fuente: Suena a Campo)