La disputa comercial entre Estados Unidos y China no solo reconfigura las cadenas de suministro globales, sino que también tiene un impacto directo en sectores estratégicos como el mercado de la carne. En este contexto, Argentina, tradicionalmente reconocida por la calidad de su carne bovina, se encuentra en una posición expectante. ¿Qué oportunidades se abren y qué riesgos se ciernen sobre el país? Para analizar esta situación, desde SUENA A CAMPO dialogamos con Sergio Pedace, vicepresidente de la Cámara Argentina de Matarifes y Abastecedores (CAMyA).
“La Argentina hace muchos años que tiene la misma cantidad de cabezas de ganado, y eso nos limita frente a las grandes potencias. No podemos abastecer ni a uno ni a otro”, advierte Pedace, marcando el tono de una conversación cargada de realismo.
Según datos del sector, Argentina cuenta con aproximadamente 50 millones de cabezas de ganado, una cifra estable desde hace décadas, mientras que Brasil, uno de sus principales competidores, supera los 230 millones. “Tenemos que empezar a pensar en producir más”, subraya Pedace. “Hay oportunidades, pero también muchos desafíos”.
Uno de los principales efectos de la disputa entre China y EE.UU. es la presión sobre los precios internacionales. “Hoy estamos caros a nivel internacional. El precio del novillo argentino es alto en comparación con países limítrofes, y eso complica a los exportadores”, explica.
En este sentido, Pedace recuerda lo que ocurrió cuando China comenzó a comprar vaca flaca: “Fue un buen negocio para el productor argentino. Pero hoy la situación es otra. El mercado está complicado y la competitividad de la carne argentina se resiente con este dólar”.
Si bien la carne argentina continúa siendo reconocida mundialmente por su calidad, eso no alcanza si no hay suficiente volumen de producción. “Tenemos muy buena genética, no hay duda de eso, pero no tenemos cantidad suficiente para exportar de manera sostenida. Y encima, el consumo interno es muy alto, lo que hace que el precio local también se dispare”, indica Pedace.
La posibilidad de que aumenten las exportaciones implica desafíos estructurales para el sector. Según Pedace, uno de los puntos clave es permitir que más actores participen del negocio exportador. “Venimos de gobiernos que no querían dejar exportar a los matarifes. Cuando no dan los números, participamos todos; pero cuando el negocio es rentable, muchas veces solo exportan las plantas frigoríficas”.
Y agrega: “Lo ideal sería que podamos exportar una parte del animal —el lomo, el bife, por ejemplo— y que el resto se comercialice internamente a precios razonables. Eso es lo que siempre pedimos desde la Cámara”.
Pedace no minimiza los riesgos de una posible sobredependencia del mercado chino. “En algún momento se llegó a decir que China quería comprar las 50 millones de cabezas de ganado de la Argentina. Eso es un despropósito. Hay que cuidar nuestra matriz productiva”.
“Esto es oferta y demanda”, resume el empresario. “Si el novillo argentino vale cinco dólares y en otros países cuesta tres o cuatro, el comprador va a elegir lo más barato. Por más que quieran nuestra carne, el precio también importa”.
Frente a este panorama, desde CAMyA consideran que es fundamental aumentar el peso promedio de faena. “No podemos seguir faenando animales de 300 kilos. Hay que ir a novillos de 450 o 500 kilos. Eso nos permitiría tener más kilos por cabeza y mejorar la productividad”, sostiene Pedace.
Desde su visión, la coyuntura actual presenta una oportunidad para reimpulsar el sector ganadero, siempre que se mantenga la estabilidad. “Si el gobierno continúa bajando impuestos, eliminando trabas y mostrando previsibilidad, los productores van a volver al ganado. Ya se está notando un cambio de tendencia”, asegura.
“La época del kirchnerismo, con la soja por las nubes, llevó a que muchos campos ganaderos se transformaran en agrícolas. Hoy hay que recuperar esos espacios. Pero también hay que cuidar la hembra, no faenar vacas preñadas. Es la base de todo esto”, advierte.
Otro obstáculo señalado por Pedace es la carga impositiva provincial. “El ingreso bruto se paga varias veces a lo largo de la cadena, y eso encarece innecesariamente el producto final. Todo eso lo termina pagando doña Rosa en la carnicería”.
Consultado sobre la relación entre Argentina y China, Pedace ve señales positivas. “China renovó los yuanes que había prestado con cierta flexibilidad. Eso indica que ven a la Argentina como un país viable. Incluso los supermercados chinos están volviendo. Hay vientos a favor”.
“Las peleas entre los grandes pueden beneficiarnos si sabemos jugar bien nuestras cartas. Pero para eso, necesitamos producción, previsibilidad y un Estado que acompañe”, concluye.
Fuente: Suena a Campo