La apertura comercial y la llegada masiva de productos importados están generando un fuerte debate en el sector hortícola argentino. En vísperas del Seminario Internacional Hortícola que se celebrará en Orán, Salta, el próximo 14 y 15 de mayo, el Ingeniero Agrónomo Mariano Winograd, reconocido especialista en mercados frutihortícolas, compartió su visión sobre el complejo panorama que atraviesa la actividad.
Con un estilo directo y sin rodeos, Winograd plantea la necesidad de mirar más allá de lo tecnológico para entender lo que está en juego en términos de empleo, inversión y desarrollo productivo. «Me parece muy interesante ir al seminario porque, amén de la cuestión tecnológica, es muy importante analizar el contexto«, afirma.
El contexto al que se refiere es ambivalente. Por un lado, hay señales de recuperación: el dólar se mantiene estable tras la liberación del cepo, la inflación comienza a desacelerarse y reaparecen mecanismos de crédito que estimulan las expectativas de inversión. «Se puede verificar un contexto de cierto interés e entusiasmo«, señala Winograd. No obstante, advierte que un dólar bajo también puede resultar en una avalancha de productos importados, particularmente desde Brasil, Chile, Perú y Ecuador.
Este escenario plantea una encrucijada para los productores locales. «Si logramos que este proceso derive en una inversión, en un incremento de la productividad, va a ser virtuoso. Si no, va a ser una experiencia frustrada«, advierte.
Winograd también destaca el papel del consumidor argentino en este entramado. Aunque admite que las generaciones jóvenes tienen hábitos muy distintos, cree que no son indiferentes a lo local. “La idea de que el consumidor es desaprensivo y le da todo lo mismo no es adecuada. Probablemente lo que no estamos haciendo es una comunicación correcta«, subraya, y agrega que la tecnología actual permite una conexión más directa con el consumidor mediante la trazabilidad y el marketing digital.
El impacto de las importaciones no se limita al mercado; toca de lleno al empleo. “Si utilizamos el dólar barato para ir de tour de compras a Miami o traer todo importado, esto genera destrucción de empleo”, explica. En ese sentido, el seminario de Orán aparece como una oportunidad para repensar estrategias de manera colectiva. «Es un taller de trabajo, de discusión. Podemos los argentinos articular una estrategia de conjunto y utilizar este contexto para incrementar nuestra productividad y no para destruir nuestro empleo», insiste.
Sobre la importancia de este encuentro, Winograd es contundente: “Tuvimos varios años de atraso con políticas antiagrarias. Ahora hay una oportunidad. Pero tenemos que conocer la tecnología, discutirla, adaptarla y trabajar en conjunto”. Participará el segundo día del evento, luego de visitar proyectos de inversión vinculados a la producción de almendras en Catamarca y bananas en el norte del país, lo cual, según él, le aportará «un entusiasmo adicional«.
La discusión también se extiende al plano internacional. Argentina, recuerda Winograd, fue una potencia productiva y exportadora. “Cuando recuperamos la democracia creímos que solo con un cambio de gobierno bastaba para parecernos a Francia o España. No fue así. Ahora es el momento de conservar la libertad, pero incorporar el desarrollo«, reflexiona. Para él, el futuro del país no depende de una orden desde arriba, sino de un «trabajo conjunto desde el territorio».
A su juicio, el mundo también ofrece oportunidades. “El mundo está muy turbulento: la guerra en Ucrania, la tensión en Medio Oriente, el proteccionismo de Trump, la desaceleración de China. Pero aparecen nuevos jugadores como India o África”, apunta. Y concluye con una visión esperanzadora: “Tengo cuatro nietos. Los veo con posibilidades de conquistar el mundo”.
Respecto a los pequeños y medianos productores, Winograd evita caer en el pesimismo. Considera que la tecnología puede ser una aliada fundamental, pero que el gran desafío es la organización. “Los pequeños productores tienen fuerza si trabajan en conjunto. Hoy, con un teléfono, están en el mundo. Pero quien no incorpore una lógica del siglo XXI, será sepultado. Y no solo el pequeño: también el grande que esté paralizado”, advierte.
En ese marco, iniciativas como plataformas digitales para dar visibilidad a pequeños productores —por ejemplo, de miel— demuestran que hay caminos posibles si se aprovechan bien los recursos disponibles. La infraestructura digital y comercial está cambiando el eje del mercado, descentralizándolo. “Antes todo confluía en Buenos Aires. Hoy hay salida al Pacífico, hay corredores bioceánicos, hay nuevas formas de logística”, comenta con entusiasmo.
Frente a este panorama, el Seminario Internacional Hortícola promete ser mucho más que un evento técnico: se perfila como un espacio decisivo para trazar el futuro del sector. En palabras de Winograd, “la frutihorticultura excede la cuestión personal. Es un trabajo de equipo, de conjunto”.
(Fuente: Suena a Campo)