La miel de azahar de limón producida en Tucumán ha dado un salto cualitativo sin precedentes. Recientemente se convirtió en la primera miel del NOA y de Argentina en obtener un Sello de Indicación Geográfica, reconocimiento que garantiza su origen, calidad y trazabilidad. Esta certificación no solo posiciona al producto como un bien premium en el mercado, sino que también ha generado un aumento de hasta el 25 % en el valor de venta para los apicultores que cumplen con el protocolo.
Para conocer más sobre este avance, dialogamos con la ingeniera zootecnista Verónica Albarracín, quien explicó en profundidad los requisitos, beneficios y desafíos de este sello que marca un hito para la apicultura tucumana.
“Es todo un logro y también un reconocimiento al trabajo que involucra obtener ese estudio de calidad. No es simplemente tener colmenas cerca de una plantación de cítricos. Requiere un trabajo a conciencia y el cumplimiento de una serie de protocolos en todos los eslabones de la cadena productiva”, explicó Albarracín.
El sello fue otorgado por una comisión conformada por representantes del INTA, la Dirección de Ganadería, la Facultad de Agronomía y Geotecnia, y productores locales. La miel certificada se destaca por su origen exclusivamente tucumano, lo que la convierte en un producto con identidad territorial clara. “El productor debe ser tucumano, tener RENAPA, radio de asentamiento y aceptar cumplir con el protocolo de seguimiento”, detalló la ingeniera.
Una miel única en su tipo
Lo que distingue a la miel de azahar de limón no es solo su origen, sino también sus características sensoriales. “Es una miel de color muy claro, llega a 11 milímetros en la escala Pfund, lo que la ubica en el rango de blanco agua, muy por debajo del promedio de otras mieles”, explicó. A modo de comparación, el “color miel” tradicional se ubica en los 50 mm en esa misma escala.
En cuanto a su sabor, Albarracín destacó: “Tiene un aroma suave, un dejo de acidez y un sabor frutal. Cuando cristaliza, lo hace de manera cremosa, con una textura muy suave”. Estas cualidades la convierten en una miel muy valorada por consumidores exigentes, tanto en el mercado interno como en el externo.
Protocolos y trazabilidad
Para obtener la certificación, los apicultores deben cumplir con un exigente protocolo que se inicia incluso antes de que comience la floración del citrus. Los apiarios deben ubicarse a no más de un kilómetro de las plantaciones de limón, y las colmenas deben prepararse 15 días antes de la entrada de néctar. “Una vez cosechada, la miel se extrae en salas habilitadas, se etiqueta y precinta, y se envía a análisis físico-químico, organoléptico y polínico”, describió la especialista.
Solo después de cumplir con todos los requisitos establecidos, la miel puede ser fraccionada y etiquetada con el Sello de Indicación Geográfica, lo que garantiza al consumidor su autenticidad. “Es un producto 100 % tucumano y trazable. La etiqueta no se pone al tambor de 300 kilos, sino al frasco fraccionado, lo que da transparencia al origen del producto”, subrayó Albarracín.
Oportunidad para los pequeños productores
Uno de los aspectos más alentadores de esta certificación es que no tiene costo para los apicultores. Sin embargo, acceder a ella implica desafíos administrativos. “El apicultor debe tener todos los papeles en regla: RENAPA, radio de asentamiento, que es la autorización del dueño del campo para instalar las colmenas. Muchos no lo tienen actualizado, y ese es un desafío del sector”, reconoció.
Pese a las dificultades, el impacto positivo es innegable. “Este sello fue pensado para darle valor agregado a la producción de miel, diferenciando al productor que cumple con los protocolos del resto. Hoy, esa diferencia se traduce en un 25 % más de ganancia”, enfatizó Albarracín.
Este logro colectivo es fruto de un trabajo articulado entre organismos públicos, instituciones académicas y productores. Representa no solo un avance económico, sino también una estrategia para preservar la biodiversidad y poner en valor uno de los productos más nobles del agro tucumano.
“Es un placer poder compartir este logro. Seguiremos trabajando por una apicultura más profesional, rentable y con identidad regional”, concluyó Albarracín.