Recientemente, en Argentina se ha llevado a cabo la primera cosecha experimental de cáñamo industrial después de 50 años. Este cultivo, que ha sido ampliamente utilizado en todo el mundo por su valor industrial y medicinal, ha sido prohibido durante mucho tiempo en Argentina debido a su asociación con el cannabis. Sin embargo, con el aumento del interés en la legalización del cannabis, el cultivo de cáñamo industrial está ganando terreno como una alternativa viable para los agricultores.
Para conocer más sobre este tema, en Suena a Campo dialogamos con el ingeniero agrónomo Roque Caro, docente de la cátedra de Cultivos Industriales de la Facultad de Agronomía, Zootecnia y Veterinaria. «Lo primero que debemos decir es que el cáñamo es uno de los cultivos más antiguos que ha desarrollado el ser humano, ha acompañado el inicio de la agricultura y después ha acompañado el desarrollo de la civilización en nuestro planeta«, desarrolló el docente.
Caro, señaló que este cultivo tiene tres mercados. «Uno es el mercado de la fibra que se obtiene del tallo, el otro es el mercado del grano o la semilla que puede usarse directamente para la alimentación humana por la obtención de aceite porque es un grano rico en aceite de buena calidad y finalmente las flores, son las flores de las plantas hembras, son flores femeninas que tienen un alto contenido de resina que tiene múltiples propiedades medicinales«, detalló. También hizo referencia a la rentabilidad que tiene el cáñamo para los productores. «Al haber pasado por periodos de prohibición tan prolongados, que han frenado el desarrollo tecnológico, la investigación y otros factores del cultivo en algunos casos incluso ha llegado casi a desaparecer como cultivo, mi opinión personal es que nosotros con el cáñamo tendríamos que apuntar a mercados nichos, no mercados de commodities como puede ser las soja, como puede ser el maíz o algún otro cultivo y creo que tiene grandes posibilidades por la gran diversidad de productos que se pueden obtener de la planta y las posibilidades del desarrollo de biofábricas basadas en el cáñamo, tener un alto valor agregado«.
Eso sí, para poder crecer se debe enfrentar a una serie de desafíos y regulaciones. O al menos, será necesario que se avance en ello. «Siento que estamos un poco rengos con las regulaciones, porque tenemos por un lado la ley de investigación del cáñamo medicinal que está desde hace seis años y desde hace tres años tenemos la ley 27.669 que es la que regularía todo lo que es la producción, la industrialización y la comercialización del cáñamo tanto industrial como medicinal, pero esa ley todavía no está reglamentada, entonces se ha creado una agencia reguladora y ya se han designado los integrantes de esa agencia y una de las funciones que tiene que cumplir esa agencia reguladora para que podamos definir exactamente qué se puede hacer, cómo se puede hacer, dónde y cuándo se puede hacer«.
Para el docente, una vez que se avance con el cultivo del cáñamo industrial se podrá clarificar el panorama y desmentir muchas cosas relacionadas al cultivo. «Si consideramos la producción de fibra, de semillas, no debería tener ningún tipo de restricciones y deberíamos tener libre acceso al material para poder hacer la producción y desarrollar toda la cadena de industrialización que tiene un enorme potencial. Y con respecto al medicinal yo le veo un potencial muy grande para los pequeños productores, porque el cáñamo medicinal se adapta para cultivos ya sea en invernaderos o lo que se llama cultivo en indoor y en ese sentido nosotros tenemos capacidad técnica en el país para desarrollar técnicas que sean accesibles para los pequeños productores. A mí se me ocurre pensar, por ejemplo, los productores tabacaleros, el minifundio tabacalero, que están acostumbrados a ello, al manejo de almacigos y al manejo del curado de la planta de tabaco, así que ellos no debieran tener mayores dificultades, por ejemplo, en asimilar un cultivo como el cannabis medicinal. El cáñamo para fibra, por ejemplo, en los países, por ejemplo, en Europa está establecido por el tema de los canabinoides, existe el THC que es el detraído canabinol, que es, digamos, la sustancia psicoactiva que tiene el sentido que es euforizante el cannabis y esa todavía figura como drogas prohibidas en las Naciones Unidas y en la mayoría de los países del mundo y entonces para que pueda ser considerado cáñamo tiene que tener, por ejemplo, en Europa menos del 0,2% de THC la flor seca. En Estados Unidos eso es el 0,3%, el límite y en Uruguay el 1%. Entonces si usted desarrolla materiales genéticos que tengan esas concentraciones debería directamente poder producirlo sin ningún problema«, detalló.
Por último, el especialista hizo una comparación del cultivo de cáñamo en nuestro país en relación a otros países con mayor experiencia. «Yo creo que nosotros tenemos grandes posibilidades por la enorme diversidad de microclimas que tenemos. Nosotros podríamos hacer el cáñamo desde las zonas tropicales hasta el sur de la provincia de Buenos Aires porque lo que ha ocurrido con la planta de cannabis es que ha tenido una evolución doble en las latitudes altas, lo que es norte de Europa, norte de Asia, donde se ha desarrollado el cáñamo textil, que es una planta adaptada a climas templados y en todo lo que es la zona de la India y el sudoeste de Asia se desarrolló el otro cannabis, que es la misma planta pero simplemente se han concentrado en la producción de resinas en las flores y esto se desarrolla más en climas tropicales, de manera que nosotros tenemos la ventaja de la multiplicidad de ambientes, que es una ventaja que también tiene la provincia de Tucumán. Sin considerar que si hacemos producción en interiores, bueno ya estamos pudiendo hacerlo en cualquier lugar directamente. Es una enorme posibilidad de desarrollo, lástima que todavía estamos muy lentos en el tema de la regulación. Tendría que abrir posibilidades del financiamiento y el desarrollo de tecnologías«, finalizó.
(Fuente: Suena a Campo)