El reciente pedido de declarar la emergencia agrícola nacional debido a la proliferación de la chicharrita del maíz ha generado preocupación en el sector agrícola. En este contexto, el Dr. Eduardo Virla, entomólogo y Profesor titular del Instituto de Entomología de la Fundación Miguel Lillo e investigador principal del Conicet, le contó a SUENA A CAMPO su visión y experiencia sobre sobre la situación actual y las posibles estrategias para enfrentar esta emergencia.
Las primeras alarmas se encendieron en septiembre del año pasado: en el Noreste argentino (NEA), puntualmente en zonas de Santiago del Estero, Chaco y Corrientes, advertían una presencia inusual de una plaga conocida como la Chicharrita del maíz (Dalbulus maidis). Se trata de una especie que es vector de una enfermedad conocida como Spiroplasma y que causa el mal denominado “achaparramiento del maíz”, y que provoca graves pérdidas en los rendimientos. «Estamos frente a una situación complicada, que afecta a diferentes productores de distintas zonas maiceras del país, pero no es una situación inesperada, al menos para mí. Porque esto se vivió en Brasil en el 2015 cuando ellos adoptaron dos fechas de siembra de maíz consecutiva, lo que ellos llaman la zafra y la zafrinha, el incremento de la superficie sembrada de maíz en el norte principalmente hizo que en estos últimos años, la población de chicharritas se vea favorecida para su desarrollo», explicó el investigador.
La preocupación es tal, que la Bolsa porteña le dedicó un informe especial en el que elaboró una suerte de radiografía o mapa de la presencia de la Chicharrita del maíz a nivel nacional. «Es una amenaza para el cultivo de maíz, esta es una especie que se alimenta de plantas de maíz, que como estrategia los adultos tienen la capacidad de sobrevivir el invierno refugiado en el monte o maleza, esperando encontrar nuevas plantas de maíz para poder recomenzar su ciclo«, destacó Virla.
Esto último es un aspecto clave: como en los últimos años han crecido las siembras tardías, algo que se consolidó en el presente ciclo por la demora que tuvieron las lluvias en aparecer, el momento del pico poblacional del vector dado principalmente por las altas temperaturas del verano ocurrió justo cuando una mayor proporción del cultivo se encuentra todavía en etapas vegetativas, que es justo el momento más susceptible al ataque del insecto y, por ende, a la enfermedad. «Cuando se hacía una sola fecha de siembra de maíz, la chicharrita estaba cuatro o cinco meses en el campo y después tenía que pasar casi seis meses, incluido el invierno, aguantando hasta que vuelvan a aparecer las plantas. No pueden dos o tres productores combatir esto, en realidad la buena práctica de manejo debería ser a nivel gubernamental, coordinando la fecha de siembras de cada zona y que todos siembren durante una ventana de 20 a 30 días, para que no haya siembras escalonadas, esa fecha (en primavera) debería ser por lo menos tres o más meses desde que se secó el maíz anterior. Se podría decir que nosotros necesitamos volver a la estrategia que el maíz se siembre en noviembre o diciembre, para que las chicharritas no encuentren planta de maíz. También se debería evitar la siembra de maíz sobre maíz, hay que reducir la presencia de maíces guachos, porque ahí es donde la chicharrita logrará alargar su permanencia durante el invierno. Hay que utilizar un buen curasemilla, hacer monitoreos del vector y sembrar genotipos tolerantes a la enfermedad«, agregó.
En cuanto a las recomendaciones para combatir a la chicharrita, Virla fue tajante: «Lo que nosotros vemos desde el 2019 es que en general los maíces templados son más aceptados que los tropicales. La enfermedad de la chicharrita estuvo siempre aquí, yo no recomiendo hacer pulverizaciones con insecticida porque no es efectivo y solo atentamos contra los enemigos naturales que tiene la plaga que incluye a depredadores y controladores biológicos«.
Por último, el entomólogo y Profesor titular del Instituto de Entomología de la Fundación Miguel Lillo e investigador principal del Conicet, se refirió al pedido de la declaración de emergencia agrícola nacional por esta plaga. «Ojalá que se bajen impuestos y retenciones a los productores de maíz para que el impacto no sea tan grave, me parece que sería un buen punto de partida para que los participantes de la cadena de maíz piensen en estrategias como las que dije. Normalmente el bicho no fue un problema, este año se dio, hubo una explosión demográfica, que no es causa solamente del aumento de maíces sembrados, también el clima ayudó a que las poblaciones de chicharritas aumente y se disperse mucho«, finalizó.
(Fuente: Suena a Campo)