En diálogo con SUENA A CAMPO el economista Eduardo Robinson se refirió a la significativa caída en el precio de la soja en el mercado de Chicago, que descendió de US$ 650 por tonelada en junio de 2022 a US$ 371 por tonelada a finales de 2024. Analizó cómo ésta disminución ha afectado al mercado local y qué implicancias tiene para los productores y la economía argentina.
– ¿Cuáles son los principales factores que han llevado a esta caída del precio de la soja en Chicago desde 2022 hasta 2024?
Como siempre, no hay un solo factor que explique la disminución del precio de la soja. En los últimos años se fueron sumando factores tales como: el comportamiento del mercado. En los últimos años hubo un incremento de la oferta y la demanda se mantuvo estable. Así, por el lado de la oferta, se verifica, un incremento en los stocks en Estados Unidos, que se estima en alrededor del 11% en el último periodo en relación con el 8% del anterior, teniendo en cuenta que el promedio es del 9%. Las proyecciones de cosecha en Brasil han subido, de estimaciones previas de los 165 millones de toneladas a superar los 170 millones de toneladas. Por su parte la producción argentina contaría con proyecciones del orden de los 52 a 55 millones de toneladas para la próxima campaña. También la baja en los precios responde a la política de tasas de interés de la reserva federal que empezaron a fortalecer el dólar y dieron un sustento adicional a los commodities. A esto debemos sumar que los conflictos bélicos habían entrado en una fase de estabilización. Por el lado de la demanda, se proyecta que China compraría entre tres y siete millones menos soja que el año pasado. A estos aspectos del marcado se sumaron las cuestiones políticas, el retorno de la guerra comercial entre China y Estados Unidos, hizo que hay compras anticipadas en China.
Es claro, que el precio de la soja es el más bajo de los últimos 18 años, no es una buena señal para la economía argentina que necesita dólares provenientes del comercio internacional para fortalecer reservas y dar más tranquilidad al mercada cambiario
– ¿Cómo ha impactado esta disminución en los ingresos de los productores de soja en Argentina?
El problema que se genera en Argentina es que las exportaciones de soja no sólo son importantes en términos de generación de dólares, sino también de ingresos tributarios y productivos. Las retenciones, o Derechos de Exportación de soja, que son del 33% para el poroto de soja y del 30% para subproductos, representan casi un 10% de la recaudación tributaria. El problema para el productor es una apreciación del tipo de cambio en Argentina, o atraso cambiario, se suman la baja de los precios y las retenciones. Es decir, que se afectará bastante la rentabilidad del sector. Por ahora, las perspectivas no lucen alentadoras en este sentido. Las proyecciones de ingresos por exportaciones de granos sumarían alrededor de 32.000 millones de dólares. Por ahora, el impacto estimado por la bajo del precio, estaría rondando entre los 500 y los 1.000 millones de dólares, dependiendo de cómo siga la evolución del precio internacional.
– ¿Qué efectos ha tenido esta baja en los precios internacionales sobre las exportaciones argentinas de soja y sus derivados?
Por ahora las proyecciones no son alentadoras por las condiciones de sobreoferta que rigen el mercado internacional. En este contexto, en Argentina se verifica un cóctel complicado entre precios a la baja, dólar atrasado y retenciones que no ceden. Sin dudas, esto afectará las exportaciones, aunque aún no se puede adelantar el comportamiento de las ventas al exterior. Hay que tener en cuenta, que el consumo local es ínfimo, más del 80% de la producción se exporta. Al tiempo que los derivados también tienen bajos precio en el mercado internacional. El lado positivo en este contexto es que los stocks de aceites siguen siendo muy bajos y hay buenas perspectivas en relación con una demanda creciente de biodiesel.
– ¿De qué manera ha influido esta caída en la recaudación fiscal del país, considerando la importancia de las retenciones a la soja?
Hay que recordar que en el proyecto de presupuesto 2025 del gobierno nacional, que no se tratará en el Congreso, se prevé una suba del 100,4% en la recaudación por retenciones. Esto implica que la recaudación por ese tributo alcanzaría a $10.712.570,9 millones. El porcentaje de suba para este caso es superior al 29% previsto de aumento con todos los ingresos impositivos. La mayor parte de las retenciones que hoy cobra el Estado provienen del agro que tiene gravado en el 33% el grano de soja, 12% el trigo y el maíz, 7% el girasol y 6,75% la carne vacuna, entre otros productos. Dependiendo de la baja de precios o su estabilidad el impacto rondaría entre el 10 y el 15% en los ingresos provenientes de los Derechos de Exportaciones o retenciones. El problema es el impacto fiscal en un programa económico que trata de mantener el superávit fiscal y que enfrenta un año electoral
– ¿Cómo se compara esta situación con ciclos anteriores de precios bajos en la soja y qué lecciones se pueden aplicar?
El problema es que esta baja que se produce en el precio de la soja no se registraba desde hace por lo menos 18 años. El ciclo económico argentino muestra una alta correlación con el contexto internacional. Años con malos precios internacionales y periodos de baja en los términos de intercambio, suelen impactar negativamente en el nivel de actividad interno. En este caso, lo que hay que tener en cuenta son las exportaciones de productos energéticos que empezaron a tener relevancia con el yacimiento Vaca Muerta. Este puede ser un factor que sirva de amortiguador o que compense el efecto de baja de precios en la soja. La economía se empezó a estabilizar, pero por el perfil agroexportador de la economía argentina aún sigue siendo altamente relevante considerar la evolución del contexto externo. Habrá que esperar para ver en los próximos meses la evolución de los precios.
– Finalmente, ¿qué recomendaciones daría a los actores del sector para enfrentar este escenario de precios bajos de manera efectiva?
Es difícil efectuar recomendaciones generales, si bien hay factores comunes que afectan a todo el sector productivo, cada productor tiene su propia realidad. Hay quienes tienen bajo nivel de endeudamiento, lo que les permite recurrir a financiamiento extra en caso de verse altamente afectados, otros que están muy endeudados, pero que tienen más volumen de producción y pueden alcanzar un punto de equilibrio aún con precios a la baja. En pocas palabras, cada uno conoce su realidad, pero lo cierto es que es un panorama desafiante para el productor y que lo más importante es procurar no descapitalizarse en este contexto.