La alarma vuelve a encenderse en el sector agropecuario del norte argentino. La chicharrita (Dalbulus maidis), el temido vector del achaparramiento del maíz, ha comenzado a mostrar un crecimiento preocupante en varias zonas de Tucumán y Catamarca. Según el ingeniero Daniel Rossi, de la Consultora Integral Agropecuaria (CIA), la plaga ya está presente en lotes recientemente sembrados y representa una amenaza latente para la producción.
«En la zona sur de Tucumán y el este de Catamarca ya hay una presencia importante del vector. Esto pone en alerta a los productores, porque estamos ante una historia que lamentablemente se repite«, señaló Rossi en diálogo con nuestro medio. Aunque el especialista destaca que cada año deja nuevos aprendizajes, también reconoce que el sector enfrenta un problema grave que aún no ha logrado resolver por completo.
El panorama actual es complejo. No existen trampas o aplicaciones químicas que estén resultando efectivas para el control del Dalbulus maidis. Ante esta situación, el comité «Salvemos al Maíz», creado el año pasado en respuesta a la crisis, ha impulsado dos estrategias clave: la implementación de una red de monitoreo con trampas y la promoción de un vacío sanitario en los cultivos destinados a semilla.
Según Rossi, estas medidas han tenido cierto éxito, logrando reducir la presencia del vector en algunos momentos del año. Sin embargo, el aumento de temperaturas y humedad ha favorecido nuevamente la reproducción de la plaga, con focos importantes detectados en lotes de maíz en los Altos de Catamarca.
Las lluvias recientes también han jugado un papel en la dinámica del cultivo y la plaga. En el este de Tucumán y el oeste de Santiago del Estero, las precipitaciones permitieron una siembra temprana de soja, mientras que el maíz quedó relegado hasta la llegada de las últimas lluvias. «Hoy nos encontramos con maíces en diferentes estados vegetativos, desde recién sembrados hasta B10. Esto ha generado un entorno propicio para la presencia de la chicharrita«, explicó Rossi.
El experto advierte que, en estos momentos, la plaga puede no reflejarse en las trampas de monitoreo, ya que se encuentra directamente en los cultivos. Este fenómeno podría generar una falsa sensación de control, cuando en realidad el problema sigue latente en los lotes.
A pesar del escenario desafiante, Rossi enfatiza que una de sus principales recomendaciones a los productores es evitar aplicaciones innecesarias de insecticidas. «Desde mi experiencia en la zona, he visto cómo se han perdido lotes enteros de maíz a pesar de múltiples aplicaciones. El control químico tiene una incidencia muy baja en la reducción del vector, apenas un 5% dentro del esquema de manejo», sostuvo.
Según el especialista, la clave para controlar la chicharrita está en la prevención: «El mayor impacto en el control del Dalbulus maidis se logra eliminando su fuente de alimento, y eso es lo que conseguimos con el vacío sanitario. También es fundamental controlar los maíces guachos, aunque no siempre se hace de manera óptima«.
Además, Rossi destacó que este año se cuenta con un factor adicional a favor: el uso de híbridos menos susceptibles al ataque del vector. «Hoy tenemos menor presión de Dalbulus maidis que el año pasado, un clima que ayudó con más heladas y la introducción de híbridos más resistentes. En este contexto, aplicar insecticidas indiscriminadamente solo eliminaría a los microorganismos benéficos que ayudan a controlar naturalmente la plaga«.
La consultora CIA, de la que Rossi forma parte, no solo brinda asesoramiento agronómico, sino que también cuenta con expertos en áreas económicas y legales para acompañar a los productores en la toma de decisiones estratégicas. «Nuestro objetivo es ayudar a las empresas agropecuarias a ser sostenibles desde tres ejes: el económico, el legal y el agronómico. En este sentido, siempre hacemos hincapié en la importancia de la prevención, porque curar un problema suele ser hasta tres veces más caro que evitarlo», remarcó.
Frente a este escenario, la recomendación de los especialistas es clara: extremar el monitoreo en los cultivos, priorizar estrategias preventivas como el vacío sanitario y evitar aplicaciones innecesarias que puedan resultar costosas y poco efectivas. En un contexto donde la chicharrita sigue siendo una amenaza para el maíz en el norte argentino, la planificación y el manejo integrado de plagas serán claves para minimizar el impacto en la producción.
(Fuente: Suena a Campo)