En los últimos días, el mercado de granos experimentó una fuerte volatilidad debido a las recientes medidas de Estados Unidos. La incertidumbre generada impactó en los precios de la soja, el maíz y el trigo, afectando las expectativas de los productores. Para entender mejor este escenario y sus implicancias para el agro argentino, consultamos al economista Mike Palou.
– Mike, en primer lugar, ¿cómo se han comportado los precios de la soja, el maíz y el trigo en los últimos días y qué factores explican estos movimientos?
– Los precios de los commodities agrícolas, particularmente soja, maíz y trigo, están influenciados por una combinación de factores técnicos y fundamentales. A nivel estructural, la oferta global sigue elevada (descontadísimo en los precios), mientras que un dólar fortalecido ha presionado los valores a la baja en los últimos meses. Sin embargo, desde agosto de 2024, los precios encontraron un piso clave: la soja y el trigo han oscilado en niveles de soporte sin una clara reversión alcista, mientras que el maíz ha comenzado a desacoplarse con una leve recuperación, impulsada por ajustes en las expectativas de producción y factores climáticos adversos. En el corto plazo, la volatilidad sigue siendo elevada, y sin duda el gran driver ha sido el posible advenimiento de una guerra comercial. Resumiendo, los movimientos verticales de ayer se debieron a los idas y vueltas en este sentido. La soja cayó un 0.2% . El maíz retrocedió un 1.7% , mientras que el trigo bajó 1.2% .
– ¿Cuáles son las principales medidas de Trump que han generado incertidumbre en el mercado de granos?
– Sin duda, la imposición de barreras arancelarias es el principal driver de incertidumbre. En primer lugar, porque introduce volatilidad directa en el mercado debido al riesgo de represalias comerciales y la posibilidad de una escalada en una guerra comercial. Esto no solo afecta el comercio en el corto plazo, sino que también genera distorsiones en la formación de expectativas, lo que termina impactando en los precios. Desde una perspectiva más estructural, estas políticas tienden a ser desfavorables para el mercado de granos por múltiples razones. Pero si tenemos que definir alguna dinámica clave, la menor previsibilidad en la demanda termina afectando las decisiones de los productores, y por supuesto, el dólar fuerte asociado a la imposición de barreras arancelarias también juega un papel determinante.
– En un contexto de alta volatilidad, ¿qué variables están siguiendo de cerca los operadores del mercado? ¿Cómo impacta este escenario en las expectativas de los productores argentinos para la próxima campaña?
– Buena pregunta, porque creo que, más allá de las variables que siempre se monitorean—como el clima, la producción, el comportamiento de los grandes compradores y la coyuntura en esos países, que en definitiva son los factores que determinan los precios—hoy la política comercial asume un rol más preponderante. No es el único factor, pero sí hay que estar atentos a la aparición de tensiones que afecten los flujos comerciales y en qué medida lo hacen. Los productores argentinos, sin embargo, están jugando otro partido, sobre todo por las mejoras en los precios locales y los márgenes inducidos por la baja temporal de retenciones, un factor que no podemos perder de vista. El escenario es mixto: positivo en cierta medida por la baja de DEX, pero negativo por la incertidumbre generada por las políticas arancelarias, la preocupación climática y el riesgo de plagas. En cuanto a estrategias, el carácter temporal de la quita de DEX puede ser determinante, y debería ser un factor de venta, aunque se sigue esperando un rebote más sustancial y la reacción de China a la política Trumpista.
– ¿Qué papel juega China en este contexto y cómo puede influir en los precios internacionales de los granos?
– A ver, China es un actor clave en esta y en cualquier película ligada al agro. Si no tracciona, la demanda global se ve comprometida, comprimiendo precios como hasta ahora. Además, cuenta con grandes reservas. Desde lo comercial, se ha mantenido cauteloso en términos de respuesta a las barreras arancelarias impuestas por EE.UU. No hubo represalias que constituyan una verdadera guerra comercial. Pero si analizamos la dinámica esperable, una reducción de compras a EE.UU. por parte de China bien podría aumentar la demanda en Brasil y Argentina, lo que impulsaría las primas en estos países. Es bastante simplista e intuitivo este análisis igual. En este escenario, un peso artificialmente fuerte sería contraproducente para Argentina.
– ¿Cómo afecta esta situación a las exportaciones agrícolas de Argentina?
– Bueno, depende de la dinámica que termine imponiéndose. Si efectivamente la demanda china se inclina hacia Argentina, el escenario, a pesar de la baja en los precios internacionales, podría verse compensado por ese lado. Brasil también juega un papel clave, y habrá que ver hasta qué punto esta situación exige su capacidad productiva y logística. Si la presión sobre Brasil es alta, Argentina aparece aún más beneficiada.
– De cara a los próximos meses, ¿qué tendencias podrían marcar el rumbo de los precios de los granos?
– Sin duda, hay que monitorear, como venimos diciendo, la política arancelaria y la reacción de los países afectados. Es decir, la política comercial sigue siendo un factor clave, pero lo fundamental siempre es el clima, el verdadero driver. A esto se suma la irrupción de India como un nuevo actor relevante en la demanda de granos, la coyuntura china y, a nivel local, un posible acuerdo con el FMI. Además, la política económica y las dinámicas estructurales son las únicas que pueden sacarnos de la trampa del corto plazo. Para los operadores, específicamente, un punto clave a seguir es la base entre futuros y spot: la falta de profundidad en los mercados de referencia indica que la estructura de precios aún no muestra señales de un flujo de compra sostenido, lo que podría frenar la posibilidad de un rebote en el corto plazo.