Hace años que existen muchos debates en torno al color de la cáscara de los huevos, y si algo nos atañe diariamente tanto en nutrición y alimentación, como a nuestro bolsillo es una sola interrogante: ¿cuál es la diferencia entre los huevos blancos y los huevos de color?
La tradición nos dice que los huevos de color son más alimenticios que los blancos y, por ende, es natural que en muchos establecimientos veamos que los primeros se venden más caros.
Sin embargo, esto es absolutamente falso: desde la perspectiva de su sabor y valor nutricional, un huevo de color es idéntico a un huevo blanco.
¿De dónde proviene este mito?
Partamos definiendo que el color de un huevo sólo depende de la raza de la gallina que lo pone. Según explican los especialistas una gallina de plumas y lóbulos blancos pondrá huevos blancos, una gallina con plumas café-rojizas y de lóbulos rojos pondrá huevos marrones.
Por supuesto puede haber algunas anomalías genéticas e incluso existen gallinas que ponen huevos moteados o de color azul, pero la regla es una sola: el color de la cáscara del huevo no incide en su sabor o valor alimenticio.
De hecho, las diferencias no las hace el color, sino las propias gallinas. Mientras un ave joven pondrá huevos de cascarón más duro, una gallina madura (su edad fértil llega hasta los 5 ó 6 años) los pondrá de cascarón más débil.
Y respecto a la intensidad del amarillo en la yema, esto deriva exclusivamente de la cantidad y calidad del maíz con que una gallina es alimentada, por lo que varía entre las distintas granjas. Pero insistamos, esto no es algo que pueda preverse mediante el color del cascarón.
¿Pero por qué los huevos de color son más caros?
Para esto existen dos explicaciones. La primera es que las gallinas de plumas y lóbulos marrón-rojizos suelen ser de mayor tamaño que las blancas y, por ende, consumen más alimento, por lo que sus huevos son más caros que los de sus contrapartes blancas más pequeñas.
Pero además, como ya está instalada la creencia de que los huevos de color son mejores, la gente los compra más y, como ocurre cuando hay mayor demanda, el precio aumenta. Eso sin contar que algunos establecimientos los venden más caros, aprovechando que el consumidor los considera mejores.
Así que ya saben: cuando elijan los huevos que van a llevar a casa, consideren la avícola o granja, el tamaño, la dureza de la cáscara e incluso si se trata de gallinas de campo o criaderos industriales. Pero en cuanto al color, este no tiene ninguna relación con lo que disfrutarán en la mesa.
Ing. Zootecnista Guido Gomez Proto
FUENTE: El Sitio Avícola
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