En una estrategia política que disgusta al sector productor de alimentos, que históricamente fue subsidiado en el grande norteamericano, Donald Trump se enfrenta al campo.
La reciente propuesta de Donald Trump de recortar los gastos del presupuesto federal para reducir el déficit fiscal ha incluido un área tan sensible como los subsidios agrícolas bajo sus diferentes formas de seguros, coberturas de precio y apoyo a la actividad rural.
Esto ha provocado la reacción de los farmers a través de sus asociaciones como la American Soybean Association (ASA) y de las agrupaciones de aseguradoras pero también del mismo Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA), que ve amenazado su propio presupuesto.
Para poder avanzar en este camino, Trump deberá enfrentar no sólo la oposición del partido demócrata, sino también la de su propio partido, que ha ganado la gran mayoría de los estados rurales con la excepción de Illinois y Minnesota.
Los productores norteamericanos de granos se quejan de la baja rentabilidad a pesar de la seguidilla de cosechas récords que presenta los Estados Unidos. La caída de los precios internacionales y el aumento de los costos -en particular de las semillas- son señalados con preocupación a la hora de medir las ganancias.
Un cambio dramático en los subsidios impactará negativamente sobre la decisión de siembra, generando un aumento de precios o limitando una baja de los mismos. El mercado buscará su propio equilibrio, pero no hay dudas que beneficiará a los productores del hemisferio sur, en particular Brasil y la Argentina, al tener reglas de juego menos desiguales.
Fuente: La Nación