La acuicultura es una actividad poco desarrollada en el país, a pesar de que la ONU considera a la Argentina entre los cinco países de la región con mayor potencialidad. Para el organismo internacional, la producción de pescado prevista para nuestro país entre Pesca y Acuicultura pasaría de unas 759 mil toneladas en 2016 a 853 mil toneladas en 2030, con una tasa de desarrollo de 12,4%.
La Argentina participó esta semana del 33° Período de Sesiones del Comité de Pesca (COFI) de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), que se realizó entre el 9 y el 13 de julio en Roma, Italia. El país estuvo representado por Mauricio Remes Lenicov, director Nacional de Coordinación Pesquera de la Subsecretaría de Pesca y Acuicultura del Ministerio de Agroindustria.
La delegación nacional destacó el trabajo de Naciones Unidas en la elaboración del informe bianual bajo el título «El Estado Mundial de la Pesca y la Acuicultura 2018», también conocido como SOFIA. Según el estudio, la producción en América Latina y el Caribe aumentará 24,2% para el año 2030 entre pesca de captura y acuicultura, pasando de 12,9 millones de toneladas a 16 Mtn. Por su parte, la FAO estima que el consumo en la región pegará un salto de 33%.
Por el lado de las exportaciones latinoamericanas, principalmente de camarón, atún, salmón y harina de pescado de Ecuador, Chile y Perú, podrían registrar un incremento de 29% para 2030, pasando de 3,9 a 5,1 Mtn.; al tiempo que las importaciones experimentarán un incremento mayor que rondaría el 53%, de las 2,3 Mtn de 2016 a 3,5 Mtn para dentro de 12 años.
Argentina es considerada entre los 25 principales países de un total de 195 que reúne la FAO en la Producción de Pesca de Captura Marina. Según el informe SOFIA, el promedio anual entre 2005 y 2014 era de casi 880 mil toneladas, mientras que en 2006 bajó a poco más de 736 mil toneladas. La caída entre ambos períodos fue de 16,7%. La participación sobre el total a nivel mundial es de sólo 0,9%.
Para Naciones Unidas, la producción de pescado prevista para nuestro país entre Pesca y Acuicultura pasaría de unas 759 mil toneladas en 2016 a 853 mil toneladas en 2030, con una tasa de desarrollo de 12,4%. Sin embargo, para el caso de la acuicultura las cifras de producción y tasas de crecimiento son ínfimas en comparación a otros países de la región, siendo de apenas 4.000 toneladas y de 3,9% respectivamente. Por ejemplo, Perú producirá para 2030 unas 221 mil toneladas, registrando la mayor suba de producción con casi 121%; en el mismo período, estiman que Brasil producirá 1,1 millones de toneladas, con un desarrollo de la actividad acuícola del 89%.
Acuicultura mundial
Según José Graziano Da Silva, Director General de la FAO, «las sociedades humanas enfrentan el inmenso desafío de tener que proporcionar alimentos y medios de vida a una población que, para mediados del siglo XXI, superará con creces los 9.000 millones de personas, al tiempo que deberán abordar los efectos desproporcionados del cambio climático y la degradación ambiental en la base de los recursos». El representante del organismo internacional considera que el informe SOFIA 2018, «pone de relieve la importancia crítica de la pesca y la acuicultura para la alimentación, la nutrición y el empleo de millones de personas, muchas de las cuales tienen grandes dificultades para mantener unos medios de vida razonables».
«La producción total de pescado alcanzó en 2016 un máximo histórico de 171 millones toneladas, de las que el 88% se utilizaron para el consumo humano directo, gracias a la estabilidad relativa de la producción de la pesca de captura, la reducción del despilfarro y el continuo crecimiento de la acuicultura» recordó Graziano Da Silva, y agrego que «como resultado de esta producción, en 2016 se registró un consumo per capita de 20,3 kg, que también supone un máximo histórico». Cabe aclarar que, del total producido, la acuicultura representó un 47% del total y un 53% si se excluyen los usos no alimentarios (incluida la reducción para la preparación de harina y aceite de pescado).
El hombre de la FAO señala además que «desde 1961, el crecimiento anual mundial del consumo de pescado ha duplicado el crecimiento demográfico, poniendo de manifiesto que el sector pesquero es fundamental para alcanzar la meta de la FAO de un mundo sin hambre ni malnutrición». Para esto, y ante la estabilidad de la producción de la pesca de captura desde finales de la década de 1980, la acuicultura ha sido la desencadenante del impresionante crecimiento continuo del suministro de pescado para el consumo humano.
La producción acuícola mundial en 2016 fue de 80 millones de toneladas de pescado comestible y 30,1 millones de toneladas de plantas acuáticas, así como 37.900 toneladas de productos no alimentarios. La producción de pescado comestible cultivado ascendió a 54,1 millones de toneladas de peces de aleta, 17,1 millones de toneladas de moluscos, 7,9 millones de toneladas de crustáceos y 938.500 toneladas de otros animales acuáticos.
China es, por lejos, el principal productor de pescado comestible cultivado y viene produciendo una cantidad mayor que todo el resto del mundo, cada año, desde 1991. Le siguen en importancia la India, Indonesia, Vietnam, Bangladesh, Egipto y Noruega.
En 2016, hubo 37 países en los que la producción de peces cultivados superó a las capturas en el medio natural. Estos países pertenecen a todas las regiones, salvo Oceanía, y en conjunto representan cerca de la mitad de la población humana mundial. La acuicultura supuso menos de la mitad, pero más del 30% del total de la producción pesquera nacional en otros 22 países en 2016. Pero ¿qué lugar ocupa la Argentina en el concierto de naciones que desarrollan esta industria acuática?
Luis Portaluppi, presidente de la Asociación Argentina de Acuicultura (AAA), señaló que la participación de nuestro país apenas puede medirse en términos regionales y alcanza el 0,04% de lo producido en América Latina. El dirigente advirtió que «el porcentaje de participación es muy pequeño y tenderá a ser menor en la medida que el resto siga creciendo. Para que el sector se desarrolle hay que hacer lo mismo que se hizo con la avicultura o la carne porcina a mediados del siglo pasado. El potencial sigue estando, el tema es agarrar el toro por las astas», manifestó Portaluppi quien afirmó: «Lo que se requiere es inversión genuina, no especulativa, en crianza de peces marinos para recuperar las toneladas históricas que venía comercializando el país a través de la pesca extractiva. Falta una decisión política para impulsar al sector», aseguró.
Qué y dónde se produce
Portaluppi relató que, en lo que refiere al manejo en cautiverio de animales y plantas acuáticas, «el país no está muy desarrollado. Desde la AAA, en 2010 logramos instalar la actividad en la agenda nacional. En octubre de 2015 se aprobó la Ley Nacional de Fomento de la Acuicultura, que fue reglamentada en setiembre del año pasado», señaló el funcionario, y destacó que una de las provincias que adhirió a la Ley Nacional de Fomento fue Neuquén que «está armando un plan estratégico en sus embalses para aumentar la producción de salmónidos, especialmente trucha, para lograr suplir la importación desde Chile», dijo.
El titular de la Asociación subrayó que en el país «no hay grandes empresas; los cultivos son artesanales. En Comahue, por ejemplo, los emprendimientos son de tipo familiar, y alcanzan apenas entre cuatro y ocho toneladas al año. En el NEA (Noreste argentino), muchas cooperativas yerbateras optaron por el cultivo de peces para diversificar sus negocios». En relación a la generación de empleo de la acuicultura, sostuvo que «si bien existe un registro nacional de establecimientos acuícolas, no hay estadísticas sobre la mano de obra afectada a la actividad, aunque se calcula que hay más de 1.000 personas afectadas de manera directa».
Misiones, Corrientes, Formosa y Chaco iniciaron un programa de cultivo de especies de agua dulce como el Pacú, Surubí, Dorado, y Sábalo que supera las 1.500 toneladas anuales. En la región patagónica (Neuquén, Río Negro, Chubut, y Tierra del Fuego) se cultivan unas 900 toneladas anuales de Trucha. En Mar del Plata está el Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero (INIDEP), en cuya estación de maricultura se cría Besugo, Lenguado, Pez Limón y avanzan con la cría de Cangrejo Azul y Chernia. El INIDEP también cuenta con otro centro en la localidad rionegrina de Las Grutas deonde se desarrollan moluscos bivalbos; mientras que en Tierra del Fuego se cultiva centolla. «Casi todas en estado experimental», apunto Portaluppi.
Cabe mencionar que, en marzo pasado, el gobierno fueguino de Rosana Bertone presentó el Plan de Desarrollo Acuícola. En esa oportunidad, el Secretario de Inversión y Desarrollo de esa provincia, Leonardo Zara, recordó que su administración había adherido a un acuerdo entre el Gobierno Nacional y Noruega. «Ellos son líderes mundiales. La provincia tuvo un desarrollo incipiente en los primeros tiempos de formación del territorio y nos falta incorporar tecnología para acceder a los mercados con una calidad certificada. Nos falta formalizar, acceder al crédito para el sector, porque son pymes (pequeñas y medianas empresas) que necesitan crecer a gran escala», sostuvo.
«La FAO nos considera entre los cinco países con mayor potencial en la acuicultura. Sin embargo, como tenemos una tradición agrícola ganadera, se considera que este tipo de actividades tienen una potencialidad atrasada», afirmo el presidente de la AAA. «Hoy, con la tecnología adecuada, es posible producir cualquier cosa en diferentes partes del mundo y a cualquier precio. El problema de invertir acá es que somos el país que menos pescado consume en la región (poco más de 7 kg de pescado por habitante por año, mientras que el consumo en la Unión Europa es de 20 kg promedio con picos de hasta 45 kilos) y encima somos los que más caro lo pagamos porque competimos en precio con el consumidor europeo», explico.
Portaluppi considero que esa situación «plantea un problema de escala de producción, porque para producir en acuicultura hay que pensar en lograr con el producto un precio competitivo, que requiere un rendimiento de por lo menos 1.000 toneladas, para lo cual se necesita una inversión superior a los U$S 10 millones. Hay que tener en cuenta en la cadena de valor, el alimento balanceado te lleva hasta el 65% del valor del kilo producido. Y ni que hablar de la incertidumbre que genera el marco económico», manifestó.
Fuente: Infobae