Un informe basado en el testimonio de productores y especialistas de la Red de Cultivos de Servicios de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa Aapresid-BASF da cuenta de que la adopción de cultivos de servicios (CS) es mayor en zonas semiáridas, donde la lógica tradicional ubicaría al barbecho como «la práctica» para guardar agua.
¿Por qué las zonas donde más aprieta el agua son las que más adoptan la herramienta?
Emmanuel Zaiser es técnico en el sudeste de Santiago del Estero, donde la adopción de CS creció en los últimos años por motivo de la invasión de malezas. La necesidad de hacer frente a este problema fue lo que llevó a productores Aapresid a fundar la Chacra Bandera, que Emmanuel coordina. «Los CS aparecieron como alternativa al barbecho acá donde el clima no permite cultivos de fina», explicó.
En tanto, el técnico de INTA Anguil, Cristian Álvarez, dijo que, si bien la adopción en La Pampa es todavía baja respecto de otras zonas semiáridas, viene en aumento: «Para algunos no se justificaba inmovilizar con un CS un capital en los 6 meses previos a la gruesa. Pero cuando llegaron las malezas, otro fue el cuento».
Otra de las funcionalidades buscadas en estos ambientes es mejorar la gestión del agua. «Los CS son una herramienta para bajar napas y generar ‘piso’ para cosechar, sobre todo cultivos estivales tardíos», indicó Zaiser. En ambientes con napas salinas, un CS consume el agua salada y permite recargar el perfil con agua dulce, mitigando efectos sobre cultivos sensibles a salinidad.
En zonas inundables ayudan a capturar excedentes. «Un CS puede aumentar la captura de agua en hasta un 70% respecto de barbecho», agregó. Además, esa agua se conserva mejor porque el CS atenúa los efectos de la temperatura y el viento.
La necesidad de contrarrestar la erosión hídrica y eólica es otro de los motivos de la adopción en regiones semiáridas.
Según Guillermo Rivetti, productor de Aapresid del sudoeste de Córdoba, «fue el principal disparador de su adopción en la zona. Hoy son cada vez más los que los usan y descubren nuevas funcionalidades: bajar temperatura, cuidar el agua, fijar carbono, controlar malezas».
Queda claro que si los CS triunfan en ambientes semiáridos el agua no debiera ser excusa. «Aunque un CS deja el perfil más seco que un barbecho, no compromete la disponibilidad hídrica ni el rendimiento del cultivo siguiente, aun en ambientes como los del sureste santiagueño», aseguró Zaiser.
Sin embargo, dijo que hay que estar atentos cuando las lluvias o la napa no acompañan. «En esos casos es clave ajustar la fecha de secado para permitir una ventana de recarga antes de la siembra de verano», indicó.
Las claves del éxito
Si bien los CS en ambientes semiáridos son una realidad, es importante saber cómo implementarlos para salir airosos. Zaiser pone el foco en la siembra temprana: «Es fundamental para la instalación rápida y la productividad del CS, en especial si se busca competir con malezas. Acá las siembras aéreas son un aliado». Sembrar antes también permite secar antes, con lo que esto implica para la mencionada recarga del perfil.
Según Rivetti, otro aspecto es la elección de especies. «En el sudoeste de Córdoba el centeno es el más elegido ya que, a diferencia de vicia, produce mucha biomasa con poca agua. Así, permite mejores balances hídricos que un barbecho altamente ineficiente en estos ambientes».
Pero para Rivetti, los objetivos claros están por encima de todo: «Cuando sé lo que busco los ajustes vienen solos: especie, fecha y técnica de siembra, momento de secado, etc». A esto se agrega la importancia de ordenar prioridades: ¿qué es lo primero que quiero lograr?: ¿controlar malezas? ¿aportar N? ¿reducir erosión?
Lo siguiente es no quedarse a medias y darle al CS lo necesario para potenciar sus beneficios. Álvarez señaló que «la fertilización es clave para favorecer la producción de biomasa y entrega de nutrientes al cultivo siguiente, por lo que conocer la disponibilidad de nutrientes a la siembra es clave». También hay que saber que la capacidad de entrega de nutrientes de un CS está condicionada por su relación C:N, y que ésta cambia según el momento del secado. «Cuanto más tarde se seca, mayor es la relación C:N y más lenta la entrega de N al cultivo siguiente», remarcó Álvarez.
Fuente: La Nación