El colegio secundario del Bicentenario de la Autonomía Provincial, se inauguró en marzo de este año en el interior de Santiago del Estero, en la localidad de Vilmer. Consultada por Suena a Campo, la dra. Arq. Beatriz Silvia Garzón, quien además es la directora del Grupo de Hábitat Sustentable y Saludable (GHabSS) de la FAU UNT y del CONICET, dió detalles sobre el proceso de ejecución del proyecto.
La agroecología y el cuidado del medio ambiente ya son tendencia mundial. La mejor forma de crear un mundo más sustentable es reduciendo la contaminación, produciendo alimentos cuidando los recursos, y sobre todo educando a las personas.
En este sentido, esta institución cobra vital importancia por sus características bioambientales. La misma prevé optimizar los recursos naturales y culturales del lugar, minimizando el impacto ambiental.
«Esta articulación de trabajo surge a través de un convenio de Colaboración mutua celebrado entre el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), a través del Grupo Hábitat Sustentable y Saludable (GHabSS) perteneciente a la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Nacional de Tucumán (FAU, UNT);la Dirección General de Arquitectura (DGA) de Santiago del Estero y la Universidad Nacional de Santiago del Estero (UNSE). Se viene trabajando en este proyecto desde el año 2016; en el 2018 comenzó la obra, y por la pandemia recién pudo inaugurarse en marzo de este año», explicó Garzón.
Cabe aclarar que el edificio se encuentra en la zona 1A bioambiental según las normas nacionales IRAM. «Muchas veces se piensa que los diseños son universales. Por el contrario, las estrategias y pautas deben tenerse en cuenta en función de la ubicación del edificio. Esto es así, porque en cada zona se genera un microclima diferente», destacó la arquitecta.
Para el diseño de la escuela, se tuvo en cuenta la orientación, en especial de las aulas, las cuales se direccionaron hacia el norte.
Además se consideró la arquitectura de sus parasoles o protecciones solares, para permitir el adecuado control en verano y aprovechamiento del sol cuando se requiera. “Para captar radiación directa y ganancias térmicas en invierno y así poder calefaccionar naturalmente, sin que provoque problemas de deslumbramiento”, señaló.
Otra cuestión importante, en la que se basó el diseño bioambiental y se tuvo en cuenta para el confort, fue la dirección de los vientos predominantes para la aireación natural. En este sentido fue clave la forma de las aberturas tanto exteriores como interiores, para producir una ventilación cruzada generando un mayor confort.
Para la aislación térmica se colocó la cantidad de material necesaria de mampostería y una cámara de aire para la correcta aislación. De esta manera, se favorece el control del calor en verano y es posible llegar al confort térmico en cuanto a refrigeración cumpliendo con las normas nacionales IRAM.
“Con todo esto hacemos un ahorro en el uso de energías y al mismo tiempo disminuimos las emisiones de GEI (Gases de Efecto Invernadero)”, finalizó.