La elaboración de quesos produce un subproducto conocido como el suero de leche. Este se obtiene tras la coagulación de la leche, cuando se separa la cuajada del queso. Muchos productores utilizan el suero como un alimento en la producción porcina. En los últimos años se incrementaron los estudios con el fin de encontrarle otros usos a este subproducto de la industria láctea que en algunos casos, se desecha.
En ese marco, la Agencia de Extensión Rural (AER) 9 de Julio del INTA decidió experimentar –de forma exploratoria– en el cultivo de trigo con un lactofermento elaborado por el Laboratorio “Los Cardales”. Se utilizó un proceso de fermentación anaeróbica a partir de suero de leche, con la adición de algunos productos minerales y melaza.
“Realizamos una experiencia con una variedad de trigo sensible a enfermedades (DM Algarrobo). El objetivo era tratar de visualizar su acción como bioprotector y también como biofertilizante”, explicó Luis Ventimiglia, jefe de la AER 9 de Julio del INTA y especialista en cultivos.
Ensayos con lactosuero
Uno de los objetivos del ensayo era verificar si el producto tenía propiedades fungicidas. Por ese motivo, se dividió el terreno en dos lotes: uno recibió tratamiento con fungicida –para protegerlo de las enfermedades foliares– y el otro no recibió tratamiento. Ambos sectores recibieron la misma fertilización a base de fosfato monamónico, urea y sulfato de calcio.
A su vez, ambos lotes se dividieron en seis parcelas diferentes. Una funcionó como testigo y en las otras cinco se administraron distintas proporciones del bioproducto para analizar la incidencia en el cultivo. La primera parcela recibió el 15 % (en 160 litros de agua) en una aplicación, la segunda el 30 % en una única aplicación y la tercera el 60 %; mientras que en la cuarta y quinta parcela se hicieron cuatro y seis aplicaciones progresivas al 15 %.
Resultados inesperados
“Si bien pudimos apreciar que el producto no tuvo un efecto importante en el control de las enfermedades que se presentaron (mancha amarilla, roya de la hoja y roya amarilla), observamos un mejor comportamiento del trigo en el rendimiento, a medida que se utiliza mayor cantidad del lactofermento o cuando el mismo se aplica en forma secuencial”, señaló Ventimiglia.
En ese sentido, el especialista sostuvo que “los resultados son alentadores” porque incluso cuando no se aplicaron fungicidas, “los incrementos del rendimiento fueron de 33,5 % con la única aplicación al 15 % del lactofermento, de 68,5 % cuando se realizaron cuatro aplicaciones progresivas y de 96,6 % cuando se hicieron seis aplicaciones”.
“Esto quiere decir que, si bien la acción fungicida fue nula, existió un efecto del bioproducto en el metabolismo de la planta que permitió que se potenciara el rendimiento sustancialmente y esto pudo quizás mitigar indirectamente la acción negativa de enfermedades”, precisó Ventimiglia.
Asimismo, el especialista indicó que cuando se analizó el comportamiento del lactofermento con la protección fungicida, el rendimiento creció drásticamente y se apreciaron aspectos de interés, “todos los tratamientos presentaron un incremento respecto al testigo, con fungicida, pero sin el producto”.
Datos de rendimiento
“Estos incrementos fueron –para las aplicaciones al 15 %, 30 % y 60 %– de 11,7 %, 22,7 % y 32,2 %, respectivamente; mientras que cuando se aplicó el producto en forma secuenciada se obtuvieron mejoras en el rendimiento de 43,1 % y 44,3 %, para las cuatro y seis aplicaciones respectivamente”, puntualizó Ventimiglia.
Otro aspecto importante es que pese a su pH ácido (4,5), el lactofermento no produjo quemado foliar aún en las dosis al 60 %, e incluso se observó otra virtud: “El color intenso de las plantas, que puede explicarse por los nutrientes aportados al producto en el laboratorio”, sostuvo el especialista.
A grandes rasgos, Ventimiglia subrayó que “las aplicaciones secuenciales son las más productivas, aunque eso genera un costo adicional de aplicación que, de cualquier manera, quedaría cubierto con el incremento superior al 40 % en el rendimiento”, y agregó: “Se trata de un producto de bajo costo y cuya fermentación la puede realizar cualquier productor sin necesidad de una gran estructura”.
“Esta experiencia proviene de un ensayo exploratorio, pero no caben dudas que la información obtenida abre puertas para nuevas investigaciones que permitan ratificar los resultados obtenidos y seguir avanzando en esta línea de trabajo”, subrayó Ventimiglia.
Fuente: INTA