Más del 90% de las zonas con habitual presencia de langostas en la República Argentina mostraron ausencia de la plaga, según los resultados de las verificaciones permanentes realizadas en 2022 en 11 provincias por el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa).
Las acciones del Senasa, junto a otros organismos públicos, nacionales y provinciales, alcanzaron a más de 4300 sitios en Jujuy, Salta, Tucumán, Chaco, Formosa, Santa Fe, Santiago del Estero, Córdoba, San Juan, La Rioja y Catamarca, dando como resultado que el 93% de estos lugares se encontraron sin presencia de langostas; mientras que en el 7% restante la plaga estaba en fase solitaria, sin registro de daños en cultivos y sin necesidad de acciones de control. En ese sentido, es importante destacar que no hubo formación de mangas.
La langosta es una plaga migratoria que no reconoce límites ni fronteras: en un día puede trasladarse hasta 150 kilómetros y, por ejemplo, cruzar de una provincia a otra, o incluso de un país a otro en cuestión de horas.
Por eso, el Senasa realiza una vigilancia permanente y control temprano de la plaga durante todo el año en determinadas zonas de Argentina. Este manejo preventivo constituye una estrategia que se originó en nuestro país y se utiliza a nivel mundial con el objetivo de evitar que se produzcan brotes poblacionales, ya que el monitoreo permanente resulta clave para lograr una detección temprana de la plaga que mejore los tiempos de respuesta ante crisis.
La vigilancia permanente de las áreas con presencia de langostas, tanto recientes como históricas, permite adoptar medidas de control inmediatas en caso de ser necesarias.
Las mangas de langosta
La particularidad de las langostas –a diferencia de otros insectos saltamontes– es la habilidad de cambiar su comportamiento y fisiología (color, tamaño y forma) en respuesta a cambios en la densidad poblacional: pasando de un estado solitario a gregario, en donde forman las llamadas mangas de langostas, que son nubes compuestas por millones de insectos.
Estos agrupamientos pueden provocar graves perjuicios económicos y ambientales en zonas agrícolas, ganaderas y montes naturales dado que se estima que una manga de langostas de un km2 contiene alrededor de 40 millones de insectos que pueden, en un día, comer la misma cantidad de alimento que aproximadamente 35.000 personas (Fuente FAO). De esta forma, puede afectar a la actividad agrícola en forma directa y a la actividad ganadera de forma indirecta, alimentándose de los recursos forrajeros y produciendo daños en la vegetación nativa.
Si bien la langosta es una plaga rural, también se convierte en urbana por su capacidad de desplazamiento que le permite llegar a pueblos y ciudades. No obstante, es necesario destacar que es un insecto que no afecta a la salud de las personas ni de los animales, ya que solo se alimenta de material vegetal y no es vector de ningún tipo de enfermedad.
En el año 2015 se produjo un resurgimiento de la plaga –luego de 60 años sin formación de mangas– que se extendió por Argentina, Bolivia y Paraguay. Luego de 6 años de lucha, a partir del año 2021, las langostas entraron en recesión, sin detecciones de poblaciones gregarias hasta la fecha. No obstante, los países de la región continúan en estado de alerta y sosteniendo un manejo preventivo.
Para alcanzar este resultado, el Senasa con su Programa Nacional de Langostas y Tucuras, lideró la ejecución a nivel regional de un Sistema de Monitoreo, Gestión y Alertas por Langostas a través de la acción de cooperación técnica entre el Instituto Interamericano de Cooperación Agrícola (IICA) y el Comité de Sanidad Vegetal del Cono Sur (COSAVE), y en el marco del proyecto de Inteligencia Fitosanitaria Prospectiva. (Senasa)