Hoy se inaugura el nuevo Instituto de investigación de la empresa Puna Bio en Tucumán, un evento significativo para el avance de la biotecnología en la región. Esta iniciativa promete impulsar la investigación científica y el desarrollo tecnológico en nuestra provincia. En diálogo con SUENA A CAMPO María Eugenia Farias, Cofundadora y CRO de Punabio, nos brindó detalles sobre la apertura y los proyectos futuros que tienen en mente.
Puna Bio es una empresa tucumana forjada por científicos que trabaja con microorganismos, llamados extremófilos, por su capacidad de soportar condiciones extremas. Viven en suelos con falta de nutrientes, con sequías y con concentraciones ocho veces más saladas que el mar. La doctora en biología, experta en microbiología de ambientes extremos, fue investigadora principal del Conicet hasta el año pasado y ahora es cofundadora de la startup, en la que se desempeña como gerente de investigación y desarrollo de la empresa.
Los estromatolitos están formados por microorganismos extremófilos, con los que ya hicieron en Puna Bio un novedoso desarrollo biotecnológico: “Kunza Soja”, un tratamiento de semillas de soja -hecho a base de estas bacterias- que mejora el rendimiento de los cultivos y que aumenta la tolerancia al estrés en suelos con condiciones complejas. El producto ya se comercializa en el país; y ya está pasando el proceso regulatorio para ser aprobado y comercializado en Brasil y en Estados Unidos. «Cuando hablamos del concepto del microbioma de extremófilos en la raíz nos referimos a las bacterias asociadas a las raíces que ayudan a crecer a estas plantas en esas condiciones extremas. Empezamos a trabajar desde el 2017 en Proimi (Planta Piloto de Procesos Industriales Microbiológicos, dependiente del Conicet) con quienes luego cofundamos Puna Bio: la doctora (en ciencias biológicas y biotecnóloga) Carolina Belfiore y más adelante Elisa Bertini (doctora y licenciada en biotecnología). Conocemos este mecanismo por el cual las bacterias ayudan a crecer las plantas, las aislamos y desarrollamos un producto que se coloca para mejorar los rindes de los cultivos en suelos fértiles y con problemas de sequía», remarcó.
Las investigadoras participaron de un proceso de incubación de la aceleradora y fondo de inversión Grid organismo que une buenas ideas en ciencia y a emprendedores en negocios (allí conocieron a su actual CEO, Franco Martinez Levis). Quedaron entre las 10 mejores propuestas y, con un financiamiento inicial, fundaron la startup. “En plena pandemia y con laboratorios cerrados por covid fuimos capaces de producir nuestro primer formulado de inoculante para sembrarlo en soja en 20 lugares de Argentina, abarcando todos los suelos y las condiciones climáticas, y con los mejores ensayistas del país. Las pruebas se hicieron durante tres años, y el inoculante funcionó en todos los ensayos y en todas esas condiciones, superando a los productos comerciales”, relata emocionada.
Cuando se refiere a la inauguración del Instituto Biotecnológico en el ex Ingenio San Pablo la doctora pondera que se puede hacer en Tucumán y con profesionales de la provincia. «Todos somos de aquí, primero comenzamos con el producto que teníamos en la mano, pero para llegar al mercado en góndola, faltaba inversión, empezamos en plena pandemia. Cuando hicimos las primeras pruebas en soja, vimos como aumentaban los rindes entre un 15 y un 20%. Luego participamos en un proceso internacional de San Francisco (IndieBio), durante 8 meses estuvimos trabajando en el «Sillicon Valley de biotecnología mundial” para demostrar que nuestra tecnología podía desarrollarse en Tucumán y salir para el mundo«, explicó.
Con esa aceleradora lograron levantar la primera ronda de inversión con capitales provenientes de Estados Unidos, de Brasil y de la Argentina. «Eso nos permitió construir el Puna Bio Research Center, que se inaugurará el 3 de agosto. Y este es nuestro mayor orgullo: un instituto de investigación, en un edificio de tres pisos, con laboratorio completamente equipado, con invernadero y con un equipo de profesionales brillantes que se fueron sumando a esta empresa. Ya somos, por ahora, 16 en Tucumán y seis en Buenos Aires. En la parte científica somos todos tucumanos; y algunos fueron repatriados de distintas partes del país y del mundo. Esto ocurre gracias al potencial científico y tecnológico que tiene la provincia, donde tenemos cuatro universidades y centros de investigación de gran calidad. Eso es un semillero para que emprendimientos como este puedan llevarse a cabo”.
En 2022 se les dio la aprobación del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) para Kunza Soja. “Por ahora se aplica a la soja, pero está pasando el proceso para su aprobación en maíz, en trigo y en poroto. Y también estamos haciendo pruebas de concepto en caña de azúcar, en arroz y en otros cultivos”
La especialista explicó que superaron de manera holgada la fase regulatoria y como la empresa surgió en Conicet, ellos participan en la regalía, al igual que Catamarca, porque es dueña de la biodiversidad con la que trabajan. «A esta biodiversidad la pusimos en valor y la monetizamos, es decir que desarrollando esta biotecnología protegemos el medioambiente y el ecosistema de la puna«, celebró Farías.
De acuerdo a lo que narra la fundadora de esta peculiar empresa, que se jacta de ser fabricante del primer bioestimulante extremófilo del mundo, este producto para soja “ya está en el campo argentino”. Durante el año pasado se usó en 40 mil hectáreas, y durante 2023 piensa escalar, además de empezar pruebas en Brasil y Estados Unidos. «La ciencia es una red, aquí todo es un desafío por importaciones o problemas económicos, seguimos vinculados a Conicet y dejando regalías y además para nuestro desarrollo requerimos algunos futuros investigadores de las diferentes Universidades, pero no solo de Tucumán si no de todo el país«; dijo.
Más allá de como evolucionó la empresa en los últimos meses, Farías expresó que el crecimiento se da a pasos agigantados. «Estamos en una aceleración que nos produce vértigo, construimos en un viejo edificio de la Universidad San Pablo -T en un nodo con un potencial biotecnológico enorme, ahí antes era la sala de máquinas de La Papelera, ahora es un instituto privado de 400 metros cuadrados y ya nos quedó chico, nuestro desafío es exportar a Brasil y Estados Unidos y volvernos global, no solo con la soja si no con todos lo productos que tenemos en portfolios«; finalizó Farías.
(Fuente: Suena a Campo)