Mucho se ha hablado sobre la demanda china a lo largo de los años. Dudas sobre su crecimiento económico, la guerra comercial con Estados Unidos y, por supuesto, la pandemia, han generado diferentes “rumores” sobre el estado de salud de su vigoroso consumo.
La inflación que provino luego del confinamiento terminó por generar fuertes subas en las tasas de interés en casi todos los países del mundo (situación que aún continúa). En un primer momento dicha suba comenzó por “enfriar” suavemente la economía mundial, una tendencia que no tardó en profundizarse en la medida que se acentuó el crecimiento de tasas, terminando por generar una recesión global.
China, claramente, no fue la excepción. Y si bien su economía muestra signos de recuperación, la misma crece menos de lo que el mercado espera. En tal sentido, los últimos datos del Bureau Nacional de Estadísticas de China muestran una expansión del PBI del 6,3% interanual durante el segundo trimestre de 2023, mostrando un crecimiento más rápido en comparación con el 4,5% del primer trimestre, pero por debajo del 7,3% esperado por el mercado.
El dato puede resultar engañoso si lo comparamos con igual guarismo del año previo, cuando China se encontraba con una política de “Covid cero” demasiado estricta. Por otro lado, dicho país se encuentra actualmente propiciando medidas para estimular el consumo interno de diferentes bienes y servicios, dentro de los cuales también se encuentran los alimentos.
Resulta interesante mencionar que las proyecciones del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés) muestran que China sigue siendo el principal importador de soja, pero que también pasó a liderar el ránking de compradores de trigo y que ya ocupa el segundo escalón en el podio de los demandantes de maíz. Lo sugestivo es que el gigante asiático es el principal productor mundial del grano fino y el segundo del forrajero.
Pero estas son proyecciones y pueden cambiar. Lo que realmente llama la atención es que las importaciones chinas de soja fueron récord durante el primer semestre de este año. Eso sí es una realidad. No resulta caprichoso lo de la oleaginosa si pensamos que China concentra cerca del 60% de las importaciones mundiales de ese producto, mientras que en maíz la participación de la demanda china ronda el 12% y en trigo no llega al 6 por ciento.
Clima y rindes
Más allá que los pronósticos climáticos muestren una condición más halagüeña para el centro-oeste de los Estados Unidos, que podría mejorar o “encausar” la situación de los cultivos en ese país, no está claro que los rendimientos proyectados por el USDA puedan materializarse. Todavía nos encontramos en “zona de promesas”, con muchas variables por definir en tal sentido.
Por otro lado, como un “continuado” de una serie televisiva, ni bien finalice la primera parte de la saga, el clima en Sudamérica (es la principal región exportadora de granos del mundo) comenzará a ser el centro de atención a escala global.
Hoy, más que nunca, la producción en estos lugares tendrá que cumplir para no generar mayores preocupaciones del lado de la demanda. Para seguir con mucha atención.
(Fuente: La Nación)