En ese sentido, ya en la campaña 2022/23, al advertir un aumento de la presencia de la “chicharrita” en el NOA, la región CREA NOA y la EEAOC firmaron un convenio para establecer líneas de trabajo relativas a seguimiento poblacional y estrategias de control de la plaga.
Por tal motivo, si bien existen aspectos que ya están bastante bien definidos –como es el caso, por ejemplo, de la metodología de monitoreos–, otros, en cambio, seguramente irán evolucionando a medida que comience a incorporarse nueva información generada al respecto.
“No se trata de una plaga sencilla de manejar porque la eficacia de las herramientas disponibles para controlarla depende en gran medida del nivel poblacional inicial de la misma, razón por la cual venimos haciendo hincapié en la necesidad de reducir a la mínima expresión la presencia de la misma”, comenta Lucas.
Al respecto, resulta clave la información generada por la Red Nacional de Trampas de Monitoreo de la chicharrita del maíz, iniciativa en la que participa CREA, dado que la misma permite tener un “mapa” de la evolución poblacional de la plaga.
“La complejidad del asunto no se reduce ahí, porque, aún haciendo todo lo necesario para reducir la población de la plaga y lograr tener éxito, el hecho de que los pocos individuos que logren prosperar estén infectados con alguna de las enfermedades del complejo del ‘achaparramiento’ del maíz representa una amenaza potencial para el cultivo de maíz”, advierte el técnico CREA.
El “achaparramiento del maíz” o “corn stunt disease” es un complejo de patógenos trasmitidos por un insecto denominado Dalbulus maidis, conocido como “chicharrita del maíz”. Este vector transmite dos bacterias (mollicutes): Spiroplasma (Spiroplasma kunkelii) y fitoplasma del maíz achaparrado (Maize Bushy Stunt Phytoplasma o MBSP), y dos virus: Virus del Rayado Fino (MRFV) y Virus del Mosaico Estriado del Maíz (Maize Striate Mosaic Virus).
(Fuente: Contenidos Crea)