La chicharrita del maíz (Dalbulus maidis) sigue siendo un problema creciente en el NOA, con un aumento del 18% en su población respecto a la campaña anterior. Este insecto, transmisor de enfermedades como el achaparramiento del maíz, genera incertidumbre entre los productores, quienes buscan estrategias de manejo eficientes para reducir su impacto en el rendimiento de los cultivos.
Para conocer más sobre la situación actual y las medidas preventivas, el Ingeniero Nicolás Carabajal, especialista en granos de la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (EEAOC), compartió su análisis y recomendaciones para la campaña. Según explicó, a diferencia del año pasado, el inicio de esta temporada presenta una menor presión del insecto. Además, muchos de los cultivos en Tucumán y zonas de influencia ya se encuentran en estadios avanzados, lo que reduce el impacto de la chicharrita sobre el rendimiento. Sin embargo, factores como la falta de precipitaciones y las altas temperaturas podrían convertirse en los principales limitantes para la producción de este año.
La elección de materiales tolerantes ha sido una de las estrategias clave adoptadas por los productores. Basándose en los datos de la campaña pasada, muchos optaron por sembrar híbridos con mayor resistencia al achaparramiento. Según Carabajal, esta medida permitió reducir la incidencia de la plaga y las enfermedades asociadas. Además, la rotación de cultivos fue otra práctica fundamental para cortar el ciclo de vida del insecto. La ausencia de maíz en determinados períodos dificulta la supervivencia del vector y la propagación del patógeno, lo que contribuye a disminuir su población de manera natural.
La chicharrita del maíz encuentra en los cultivos su principal refugio y fuente de alimentación. Cuando el maíz no está disponible, el insecto no tiene dónde reproducirse, lo que interrumpe su ciclo biológico. De manera similar, la rotación con maíz afecta a otras plagas, como el picudo en la soja, ya que al no encontrar su hospedero, sus poblaciones disminuyen significativamente. Estas prácticas de manejo fueron bien recibidas por los productores, quienes han visto una mejora en la sanidad de sus cultivos gracias a su implementación.
Si bien los monitoreos han registrado un incremento en la presencia de la plaga, aún no existen modelos predictivos precisos que permitan anticipar su comportamiento en futuras campañas. La Red Nacional de Monitoreo de Chicharrita comenzó a recopilar datos el año pasado y se estima que recién en tres años podrá generar pronósticos más certeros. En el corto plazo, una de las variables más importantes a observar será el comportamiento del invierno.
Dos escenarios son posibles en la próxima estación fría: un invierno benigno, con pocas heladas y algunas precipitaciones, o un invierno riguroso, con temperaturas bajas sostenidas. En el primer caso, la chicharrita podría encontrar condiciones favorables para su supervivencia, ya que los maíces guachos—plantas que crecen de semillas caídas en la cosecha anterior—servirían como refugio y alimento para la plaga. Por el contrario, un invierno con heladas intensas y de larga duración tendría un doble efecto sobre la población del insecto. En primer lugar, las bajas temperaturas podrían provocar una mortalidad directa en los adultos. En segundo lugar, el frío extremo eliminaría los maíces guachos, reduciendo las posibilidades de que el insecto encuentre hospedaje y alimento.
En este contexto, una de las principales recomendaciones para los productores es continuar con un monitoreo constante de los cultivos. La Red Nacional de Monitoreo publica informes cada quince días con datos actualizados sobre la presencia del insecto, lo que permite tomar decisiones informadas en tiempo real. Además, al momento de la cosecha, es fundamental asegurarse de que no queden granos en el suelo para evitar la proliferación de maíces guachos, que pueden convertirse en reservorios de la plaga.
Otro aspecto clave a considerar es la variabilidad climática del NOA. La combinación de períodos de sequía con altas temperaturas es cada vez más frecuente en la región, lo que afecta la dinámica de las plagas y las enfermedades. Por este motivo, Carabajal recomienda a los productores analizar todas las variables disponibles, incluyendo la evolución de la chicharrita, la disponibilidad hídrica y las condiciones climáticas a la hora de planificar la próxima campaña.
Desde la EEAOC, los técnicos están a disposición de los productores para brindar asesoramiento y responder consultas sobre el manejo de la plaga y otros aspectos de la producción. Además, el 27 de marzo se llevará a cabo una jornada de campo en la estación experimental de Overo Pozo, donde se compartirán los últimos avances en estrategias de manejo y se realizarán demostraciones a campo.
La chicharrita del maíz continúa siendo una amenaza para la producción en el NOA, pero con una combinación de monitoreo, selección de híbridos tolerantes, rotación de cultivos y buenas prácticas agrícolas, los productores pueden minimizar su impacto. En un contexto de incertidumbre climática y presión de plagas, la toma de decisiones basada en información técnica actualizada será clave para garantizar una campaña eficiente y sostenible.