El mercado global del sorgo tiene un comprador excluyente, incluso más que en el caso de la soja. Para dar una idea de la realidad, se estima que China importó en 2024 algo más 7.7 millones de toneladas de este cereal; en la lista sigue Japón, que compró alrededor de 150 mil toneladas.
Se prevé que este mercado crezca a una tasa anual compuesta del 6,3 % entre 2025 y 2030, y por ahora no hay a la vista otro gran comprador de sorgo o grupo de compradores que puedan reemplazar a China. Se comprenderá entonces que la pelea por posicionarse en el gran mercado asiático es realmente intensa.
Los datos son elocuentes. El país abastecedor que lidera las ventas a China es entonces Estados Unidos. Varios escalones más abajo, la Argentina y Australia se vienen disputando el segundo puesto. Demás está aclarar los alcances que tiene para este producto el distanciamiento entre Beijing y la Casa Blanca a partir de la llegada de Donald Trump al Salón Oval.
Así, las exportaciones estadounidenses de sorgo a China cayeron a 78 mil toneladas en enero y febrero, frente a los más de 1,4 millones del mismo período del año anterior, según datos del gobierno estadounidense. Y China importó en lo que va de abril apenas 244 toneladas de sorgo.
Es un duro golpe para los farmers, ya que si China no compra su sorgo, las posibilidades de vender el grano virtualmente se esfuman. La incertidumbre del mercado y los bajos precios están convenciendo a algunos agricultores de evitar esta gramínea. Otros se ven acorralados por las deficiencias hídricas en algunas zonas del país y siguen pensando en el sorgo como salida, empujados por la idea de que en algún momento no muy lejano el presidente de Estados Unidos arreglará su entuerto con Xi Jinping.
A decir verdad no todo está perdido para ellos. En el peor de los casos volverán a recibir mucho dinero de Trump para subsanar el daño ocasionado por la guerra de tarifas, como ocurrió durante su primera presidencia. Sin embargo, Brooke Rollins, titular del USDA, ha advertido que la administración podría tardar meses en anunciar un plan de rescate para los agricultores.
Lo cierto es que no hay puja, lo que equivale al peor escenario para los precios. Sin la demanda china, los agricultores y las empresas de granos estadounidenses se enfrentan a cotizaciones más bajas para el sorgo que se vende con destino a la producción nacional de etanol o como alimento para el ganado.
El USDA proyecta que las exportaciones totales de sorgo caerán en 2024/25 un 58% en relación a la campaña anterior; es el nivel más bajo desde 2018/19, durante la primera guerra de tarifas de Trump. Los inventarios de este grano, que se cultiva principalmente en las Planicies, aumentaron un 42 % con respecto al año pasado. “La verdad es que habría que reducirle aún más el precio para poder venderlo fronteras adentro”, argumenta un productor.
El último acto de esta comedia de enredos indica que la administración de aduanas en Beijing decidió suspender la autorización de la empresa C&D (USA) Inc. para el suministro de sorgo a China, alegando motivos de cuarentena. Probablemente esta sea la razón de fondo de tamaña determinación, aunque en medio de esta contienda comercial todo tiene aroma a medida para-arancelaria.
Antes de estos desencuentros entre las dos potencias del planeta, China había autorizado a Brasil para comenzar a venderle sorgo, una decisión un tanto peculiar dado que el socio del Mercosur prácticamente no exporta este grano. Parece una señal de los chinos hacia su gran partner en Sudamérica, que apunta a tratar de repetir lo que están haciendo con soja y maíz Por lo pronto, la producción de sorgo de Brasil se ha más que duplicado en los últimos años gracias al aumento de la siembra.
¿Es esta una oportunidad para la Argentina? No es fácil responder a esta pregunta. En principio hay que decir que es impredecible saber si China y Estados Unidos llegarán a alguna clase de acuerdo, pero puede sospecharse que la muerte del flujo comercial entre las dos primeras economías del planeta no es sostenible en el mediano plazo.
Hoy por hoy las exportaciones estadounidenses de sorgo a China caen un 95 % en los primeros meses de 2025, justo cuando el país de las barras y las estrellas apunta a aumentar la superficie sembrada en un 4%. Habrá que ver si el farmer concreta esta intención con precios más bajos y altos inventarios debido a la guerra comercial. Algunos piensan en pasarse a maíz, otros depositan las esperanzas en nuevos mercados que por ahora no están a la vista.
Trump asegura que ya está en diálogo con los chinos. Desde Beijing le contestan que se trata de un dato falso y le piden que deje de sembrar confusión en el mercado. Es una situación muy precaria e inestable como para programar una avanzada respecto del sorgo en la Argentina, pero la sensación es que China va a intentar reducir su dependencia de Estados Unidos durante los próximos años, por más que ahora llegue a un arreglo con Trump.
La siembra de sorgo en la Argentina implica 850.000-950.000 hectáreas, y la mayoría del grano termina siendo exportada. Tiene menor costo de implantación que el maíz, y mayor estabilidad de rendimiento en condiciones climáticas complejas. Su aporte de rastrojos es considerado un curador de suelos. Produce 2,5 veces más raíces que el maíz, que llegan hasta 2,6 metros de profundidad. Su contribución es bienvenida en la rotación.