En el contexto de la industria azucarera, los rendimientos del cultivo de caña de azúcar juegan un papel crucial en la economía local y nacional. Para comprender mejor esta dinámica, desde SUENA A CAMPO, nos pusimos en contacto con el ingeniero agrónomo Arturo Felipe, jefe del grupo de cultivos industriales de la Estación Experimental Agroindustrial Famaillá, quien nos comentó los factores que influyen en los rendimientos, así como el posible impacto de las elecciones en el precio del azúcar. «Venimos de un año complejo desde lo climático, son tres años de sequía, lo que marca un patrón. Un análisis rápido indica que macolló bien, pero que en enero cuando hubo un corte agua y exceso de temperaturas, llevó a un desbalance hídrico, por lo tanto se vio que el cañaveral dejó de crecer. En marzo, nos encontramos con un atraso de 40 o 45 días, el crecimiento estaba detenido y nos puso en alerta sobre el rendimiento, lo que nos abrió varios interrogantes», explicó el profesional.
Según explicó Felipe, la evolución del clima que contó con algunas lluvias permitieron que las condiciones para los cañaverales mejores, de todas maneras las temperaturas elevadas continuaron siendo un contratiempo. «Hubo altas temperaturas hasta mayo, es más también tuvimos días cálidos en julio, pero el cañaveral pudo seguir creciendo, eso sí, el inicio de la maduración fue más lento. En los primeros días de mayo veíamos recuperación en algunos sectores y otros que no pudieron hacerlo a pesar de las bondades del clima, que fue tardío. Hoy hay sectores recuperados, pero los que en su momento estaban muy atrasados, no tuvieron tiempo suficiente para mejorar, dentro de los cañaverales en las mismas zonas hay una heterogeneidad muy marcada«, relató. La explicación a lo planteado por el ingeniero tiene que ver directamente con las lluvias, que no fueron parejas y por eso en algunos lugares el perfil del suelo no acumuló el agua necesaria para un buen desarrollo del terreno.
La zafra que se extenderá por alrededor de 180 días, hasta incluso bien entrado noviembre, dinámica que se repite año tras año, ya cruzó la mitad del camino, aunque no hay tanto optimismo como el año pasado. «Según los informes, el año pasado hubo 170 días de zafra y superamos las 14 millones de toneladas cosechadas, hoy llevamos casi 100 días y estamos por debajo de los 7 millones de toneladas«, precisó, a su vez que se refirió a incertidumbre tras las elecciones del domingo.
«Todo el mundo está repensando todo lo que estamos viviendo, los precios están tonificados, no tengo claro si es por la inflación, la baja de stock, o una combinación de ambas. Lo cierto es que no sabemos a cuanto llegará la inflación, el lunes hubo una devaluación, el dólar blue se disparó, el martes hubo caos con combustibles, la industria necesita mucho combustible para moverse, por lo que estos cambios impactan directamente en el precio de la cosecha, el transporte y el flete. Los precios van a seguir escalando, seguramente. Esperamos que la semana que viene se acomoden los precios de los combustibles y se reconfigurará el precio de la cosecha«, analizó.
El proceso para obtener azúcar consiste en nueve pasos: corte de la caña, molienda, generación de vapor, calentamiento, clarificación, filtración, evaporación, cristalización, evaporado y secado. Posteriormente se procede a la refinación; aquí ocurre la separación de sólidos, alcalización, clarificación, decoloración, filtración, evaporación, cristalización, centrifugado y finalmente se seca por medio de corrientes de aire, así el azúcar queda lista para empacarse y salir a la venta. De este proceso se obtienen cuatro tipos de azúcar: mascabado, estándar, refinado y blanco; cada uno de ellas se distingue por el número de veces que ha sido procesada, es decir, refinada; el primer nivel o con menor número de procesamiento es el azúcar mascabado.
A la mitad de este camino, en los ingenios se agarran la cabeza por la incertidumbre relacionada a la economía, generada en estos últimos días. «Cuando uno confecciona los costo de caña, el combustible lleva una gran parte de ese costo. Una cosechadora consume un litro por cada tonelada, a eso hay que sumar el transporte, la maquinaria agrícola, el combustible es un componente muy pesado para nosotros«, se lamentó Arturo Felipe.
Por último, el ingeniero agrónomo también se refirió al trabajo que estarán realizando desde INTA en las exposiciones que asoman en la agenda tucumana. «Ahora arranca AgroSur, y en septiembre tenemos la Expo Tucuman, desde INTA venimos participando de todos estos encuentros con mucho optimismo. Ahora la Expo Tucumán promete volver a ponerle una impronta agrícola al evento, lo que me parece acertado. Es muy importante llevar el campo a la ciudad y en ese sentido, a nosotros nos dieron un lote importante, nos pidieron que pongamos algo de cultivo dentro del stand y nosotros vamos a mostrar como funciona el sector de Investigación y Extensión del INTA, queremos dar un pantallazo general del trabajo que venimos haciendo«, finalizó Felipe.
(Fuente: Suena a Campo)