La Dra. Raquel Chan, directora del Instituto de Agrobiotecnología del Litoral, dependiente del Conicet y de la Universidad Nacional del Litoral, es una científica destacada cuyo trabajo ha llevado a desarrollos revolucionarios en el campo de la agricultura. En diálogo con SUENA A CAMPO, la Dra. Chan compartió conocimientos esenciales sobre su investigación, particularmente en relación con la tecnología HB4, un avance que promete aumentar la resistencia de cultivos vitales, como el trigo y la soja, en condiciones de sequía.
Desarrollo de la tecnología HB4: resistencia a la sequía
La Dra. Chan explicó la base de la tecnología HB4, un logro notable que ha revolucionado la agricultura. «El HB4 es un gen de girasol. Las plantas tienen miles de genes, algunos codifican proteínas, otros enzimas. El HB4 codifica una proteína que regula a otras, entonces el girasol, al ser más resiliente a la falta de agua, nosotros sacamos ese gen de girasol y ponerlo en una construcción genética que nos permitió introducirlo en otras plantas; maíz, soja, trigo, alfalfa, de esta manera las convertimos más tolerantes a la falta de agua«, dijo la doctora. Este avance ha abierto la puerta a la producción de cultivos más resistentes a condiciones climáticas desafiantes, un paso adelante en la lucha por la seguridad alimentaria en un mundo afectado por el cambio climático.
Colaboración fructífera: ensayos para aumentar la producción
La Dra. Chan también destacó una colaboración fructífera con otros científicos. «Tengo un trabajo previo, con tres doctores, Paula Filippone, Sergio Salazar y Ana Ramayo, los tres trabajan en la facultad de la UNT, llevamos adelante un proyecto dentro de la convocatoria argentina contra el hambre; fue un descubrimiento ver que todas las plantas que producían más tenía tallos más anchos, buscamos la metodología para que los tallos se ensanchen, encontramos que poniendo peso durante un tiempo determinado, es decir doblar los tallos sin romperlo, la planta hace fuerza para enderezarse y ver la luz, es como que ir al gimnasio, esa fuerza hace que se ensanche al menos un 50%. Nos asociamos con los investigadores, queríamos aplicar esta tecnología en Chía, Quinoa en La Pampa y resultó una colaboración muy virtuosa; hicieron muchas capacitaciones y aplicaron esta tecnología a Chía, tomate y otras hortalizas. Con estos proyectos generamos mucho material de capacitación«, relató la doctora, dejando en claro que la investigación científica puede unir esfuerzos para abordar problemas urgentes, como la producción de alimentos en condiciones desafiantes y la lucha contra el hambre.
El papel de la ciencia en la seguridad alimentaria
La doctora también hizo hincapié en la importancia de la innovación científica en la seguridad alimentaria. «Producir más alimentos tiene que influir para generar otras tecnologías; nuestro aporte es chico, tuvo impacto porque no había tecnología de tolerancia a sequía, el mundo viene en un escenario de cambio climático. Hay que generar nuevas tecnologías, ojalá que este trabajo incentive a otros jóvenes para seguir el camino con otras cosas que generen y contribuyan a la seguridad alimentaria«, explicó Chan.
Regulación de cultivos transgénicos: una perspectiva científica
«En cuanto al cultivo transgénico la regulación es muy estricta, mucho más que con un cultivo convencional. Me alegro que exista porque le da seguridad al productor y consumidor que no produce daño a la salud ambiental, animal y humana. Una persona piensa en un transgénico está mucho más probado que el choripán en la cancha, que probablemente no tenga ningún control», advirtió Chan.
Mitos sobre lo «natural» y lo «artificial» en la agricultura
La científica desafió las percepciones comunes sobre lo «natural» y lo «artificial» en la agricultura. «En cuanto al debate creo que esto está radicalizado, hay gente que está en contra solo por estar en contra, este tipo de alimentos pasó por todos los exámenes posibles, son alimentos seguros, requiere de muchas instituciones para su aprobación; hay ensayos, experimentos. Esta controversia está basada en una dicotomía falsa, que es lo natural y lo artificial; en ese sentido de lo que comemos, nada es natural; está claro que fue mejorado por los siglos de agricultura. Lo que había hace 500 años, ahora no está más. Fue modificado, no con la mano directa de poner un gen, si no por cruza y selección«, remarcó.
Por último, la especialista también abordó cuestiones de sostenibilidad y desafíos ambientales. «No todos los transgénicos son similares al glifosato; en el HB4 en particular, debemos decir que si prohibieran el glifosato, la tecnología seguiría siendo válida para sequía. Se sigue usando (el glifosato) porque no se inventó algo mejor para eliminar la malezas y los agricultores no pueden producir con malezas, porque le quita, luz, agua y nutrientes a la planta que se quiere cultivar. Los científicos tenemos el desafío de generar algo más amigable con el medioambiente y luego debería ser usado con precaución«, finalizó la doctora.
(Fuente: Suena a Campo)